28 abril 2016

Un póster para cada habitación.

Debbie Carlos nos pone muy fácil la decoración de casa. Ya sea la habitación de los niños, nuestro dormitorio, el pasillo soso, el cuarto de los adolescentes, el salón. Debbie tiene una idea, sencilla pero efectiva, para cada rincón de la casa.

En lo que se tarda en poner unas chinchetas, tenemos una ventana donde antes sólo había gotelé.

Y si queremos, añadimos las vistas.



Si al cuarto de los niños le falta algo, anímate con unos animales. Desde el conejito adorable para el cuarto del bebé, pasando por jirafas, focas o cervatillos. Y así daremos vida –reboso ingenio, lo sé- a unas paredes aburridas.




También nos podemos decantar por algo que les guste.


O dejarnos llevar por el surrealismo.


Me gustan mucho sus fotos de flores, ya sean en color o en blanco y negro. Con un punto más femenino, pero sin caer en la cursilería floral, las colocaría en las paredes de las adolescentes, antes de que la Súper Pop y el Dylan correspondiente –me quedé en Sensación de Vivir- se hagan con toda la superficie disponible.




Y por último, un toque de color para el salón, un despacho, la entrada o cualquier rincón abandonado y marchito de nuestro hogar.




Por 40$, tenemos una ventana, flores que no se mueren, animalillos, un precioso cielo azul...
¿A qué estás esperando? Tus paredes no se van a llenar solas.

25 abril 2016

Vestidos para ocasiones especiales: boda low cost.

Ha llegado de nuevo la temporada de bodas y toca pensar en looks de fiesta para ser una invitada la mar de estilosa sin dejarse los cuartos en el intento.

Aquí va un repaso a lo que nos ofrece H&M para vestirnos de invitada por menos de 70€. ¿Te animas a echar un vistazo?

Antes de seguir, unos pequeños consejos:
  • Si tiene brillos, pinta satinada, caída y/o vuelo, he encontrado un candidato y se viene conmigo al probador. Si no es tela de camiseta, va directo a la shopping bag.
  • Probar no es comprar, no perdemos nada por intentarlo, mujeres de poca fe.
  • No nos ofusquemos buscando vestidos de fiesta que podamos reutilizar porque, francamente, ¿cuánto uso le has dado a ése que te ibas a poner mogollón con unas sandalias planas? Pues eso, que al final lo que te compras para una boda, sólo lo amortizas en otra.
  • Estaría bien ponerse un poco en situación, visualizarse. Seguramente, el día del evento no tendremos estos pelajos que nos ha dejado la humedad y estaremos recién maquilladas, con la raya del ojo en su sitio.
  • Tampoco iremos descalzas así que, si no es mucha molestia, meted unas sandalias de tacón para ver mejor el efecto.
  • Recordad también que unos complementos adecuados pueden subir muchos puntos de elegancia a nuestro look y hacerlo totalmente adecuado para una fiesta. El vestido no es lo es todo…

Y ahora, sí, mis primeras propuestas de la temporada de bodas.








Espero que os gusten. Ya me contaréis si os animáis con alguno.
Seguiremos informando, que la temporada de looks boderos low cost no ha hecho más que empezar.


21 abril 2016

¡Hay que ver cómo pasa el tiempo!

Te lo repitieron miles de veces -¡qué pesadas, por Dios!- y, de repente, te ves a ti misma comentando esta gran verdad a toda madre primeriza y embarazada que se cruza en tu camino.

Ilustraciones de Vlada Young
¿De verdad estoy diciendo yo eso?
No me reconozco, con lo que yo he sido…
Como una vieja más, ¡qué horror!


¡6 años!
¿Ya?
¿Cómo es posible?
Si antes de ayer tenía un bebé en mis brazos.
¿Dónde han ido a parar todos estos años?
Ha sido un pestañeo…
Venga, en serio, ¡¿dónde están?!
Me los devuelvan, por favor.


Mi niño se hace mayor.
¡Una vela más!

18 abril 2016

Creer o no creer, he ahí la cuestión.

A tu niño le duele la tripa, ¿verdad o cuento?
La madre de todas las preguntas.

Los niños son unos grandes actores y, cuando no quieren hacer algo, el dolor de barriga es un recurso la mar de socorrido. Resulta extremadamente difícil de contrastar y ellos lo saben. Basta con que pongan su mejor cara de pena y te señalen la zona abdominal en general (1/4 de su cuerpo) para sembrar la duda.

Tú tratarás de averiguar la verdad, porque tienes la sensación de que hay gato encerrado. Todo transcurría con normalidad hasta que se ha propuesto ese cambio de actividad tan polémico…


Te transformas en médico.
Toqueteas la zona, a ver si algún punto les molesta más que otro. Pones el termómetro pero no hay fiebre. Ofreces una galleta a ver si caen pero son tipos listos y pueden dejar pasar un huevo kinder si así consiguen su maléfico objetivo.

Pasas a detective.
Comienza el interrogatorio. Lámpara en la cara y ¿dónde te duele exactamente?, ¿tienes ganas de vomitar?, ¿desde cuándo te molesta?... Palos de ciego porque ninguna respuesta te dará información relevante. Se trata de conseguir que se vengan abajo y confiesen.

Cambio de estrategia, un poco de miedo al doctor.
Pues voy a llamar al médico, a lo mejor hay que poner una inyección para que se te pase el dolor de tripa.” Pero los niños han ido un montón de veces al pediatra y te aguantan el órdago; cuando están malitos, no suele tocar pinchazo -es más bien al contrario-.

Y nos queda un último cartucho, el chantaje emocional y la moralina barata.
Es importante decir la verdad cuando te encuentras mal porque mamá se preocupa. Te voy a contar un cuento, ¿conoces al pastor mentiroso?” Le cuentas toda la historia sobre la importancia de decir la verdad, el sermón completo, y lanzas la estocada final:
- Entonces, ¿te duele la tripa?
- Sí.

Nada ha dado resultado así que sigues según lo previsto, aunque no le quitas ojo, buscando el gesto delator definitivo. Pero no llega y su historia sigue sin sostenerse.
La decisión está tomada: era una trola.


Y a media mañana, recibes una llamada en la que te comunican que tu hijo está en la enfermería del colegio con 38º de fiebre y te piden que, por favor, vayas a por él.

Menuda madre de mierda.
Una despiadada con el corazón de hielo.

14 abril 2016

Parqueando.

La temporada de parque primavera-verano 2016 queda oficialmente inaugurada.


  • Sentarse en el murete a vigilar a la prole.
  • El sol.
  • La cola de los columpios.
  • Traspapelar a un niño.
  • Inventarse juegos para que corra el niño y no la madre.
  • Tardes que pasan volando.
  • Sus heridas de guerra.
  • Cargar con el balón.
  • Que “desaparezca” un coche.
  • Jugar al escondite.
  • Marujear un rato.
  • Que pisen una caca.
  • Cuando llegan a casa reventados.
  • Toparse con abuelas bordes.
  • Un café al aire libre, si te dejan.
  • Que terminen mugrientos.
  • Tardes que se hacen eternas.
  • Cuando se aburren y les mandas a buscar palos.
  • Que dejen de jugar con esos palos tan grandes que se van a sacar un ojo.
  • Verles correr –y cansarse-.
  • Intentar volver a casa.
  • Que caigan rendidos.



11 abril 2016

¿De verdad lo hicimos?

A veces me pregunto cómo lo hice, cómo lo hicimos todos.
No suelo pararme a pensar en aquella época, simplemente está ahí, pasó -no te preocupes, ya pasó-. Quedan las cicatrices pero casi no puedo verlas, forman parte de mí, como un lunar, como el lunar que ahora son dos, atravesado por una de ellas.


Pero a veces me despisto y mis pensamientos me llevan hasta allí.
Camino sin querer hasta el borde del precipicio y, como el que mira un accidente, echo un vistazo a esos días, tapándome la cara con la mano y entreabriendo los dedos, para poder cerrarlos rápidamente si me asusta lo que hay.

Y justo en el borde, veo lo que pasó. La altura no permite apreciar los detalles -menos mal-. Una enfermedad, una cama de hospital, un abogado, un pinchazo, un médico, un juzgado, una aguja, otro hospital y otra cama que no son míos.

No recuerdo el miedo de entonces, sólo caminar.
Otro paso más.
Un día menos.
Sigue andando.
Levantarnos cada día y esperar que amainase, sin preguntarnos por qué la tormenta se había instalado en nosotros.
Sigue hacia delante.

Ahora sí puedo sentirlo, un vértigo en pasado.
Y cierro rápidamente los dedos, no quiero ver más.

¡1, 2, 3, despierta!
Ya se han ido –el miedo, los recuerdos, los fantasmas-.
Voy a hacer la cena.


07 abril 2016

Las rutinas mañaneras.


Levantarse a las 7:00, muerta de sueño, siempre.

Enfilar el pasillo hacia la cocina, dando tumbos completamente grogui.

Sacar leche de nevera, sacar vaso, atinar con leche dentro de vaso, abrir microondas, meter vaso, cerrar puerta, esperar clin, sacar vaso, echar Nesquik, revolver.
Introducir pan de molde en ranura tostadora, esperar clin, retirar tostada, echar aceite, echar sal.
Desayuno realizado sin incidentes.
Nivel de dificultad culinaria: 0.
Nivel de dificultad manipulando objetos y/o sustancias peligrosos: 0.

Encender televisión. Pulsar 17 (Disney Channel chez moi).

Abrir grifo, meterse en la ducha, champú, frotar, esponja, gel, frotar, cuchilla, cruzar dedos, afeitar, exfoliante, frotar cara, aclarar, agua fría, gritar un poco, más agua fría y salir, al fin, despierta. Parece que la sangre ya ha llegado al cerebro.

El que solía ser pequeño se levanta y, como mamá, sigue sus propias rutinas. Él también necesita su espacio por las mañanas, desayunar tranquilamente viendo dibujos sin que le atosiguen (eso lo dejamos para luego).

Sigo a lo mío, que todavía queda lo peor: maquillar, secar pelo, qué me pongo… Y ya son las 8:00.

El balance de la situación a esta hora es el siguiente:
- Madre vestida sin desayunar.
- Niño desayunado sin vestir.
Disponemos de media hora –más los 12 minutos adicionales para los imprevistos diarios- para salir de casa.

Empiezan los primeros mensajes para conseguir que el tipo que vive en casa se ponga el uniforme y se acicale. Mientras lanzo globos sonda que caen en el desierto de la más terrible de las ignorancias, pelo el kiwi –porque la pieza de fruta siempre termina siendo kiwi-, preparo el café con leche y la tostada.
Avanzo con mi desayuno pero sigo estancada en obediencia infantil.

Como cada día, hay que pasar a la Fase II: montar algo de bulla.
¡¿Todavía no te has quitado el pijama?!
¿Te has lavado la cara?
“¡Venga! ¡Te he dicho tres veces que te cepilles los dientes, hombre!
Y así hasta conseguir un niño completamente vestido.

Como este proceso me ha llevado más de la cuenta –según mis cálculos teóricos, el tiempo real es siempre el mismo-, me lavo los dientes y me pongo los zapatos utilizando el destinado a imprevistos.

Cojo el móvil en un último esprint.
¡Y estamos listos!


Las mañanas están hechas de rutinas y menos mal, no tengo el cuerpo para contratiempos hasta pasadas las 11:00.

04 abril 2016

Bebés de verano.

Llegó la primavera y, aunque en el norte no podemos echar las campanas al vuelo ni en agosto, una ya empieza a imaginarse días soleados, a soñar con quitarse el abrigo, a fantasear con vestidos de tirantes y sandalias. Un estado onírico en el que el calor nunca es sofocante y los colores flúor favorecen incluso antes de dejarse caer por la playa.
Y si a una le apetece deshacerse de las botas, también resulta muy tentador despojar a nuestros retoños de gorros, bufandas, guantes, fundas de borrego para la silla, burbuja y toda la parafernalia invernal.
¡Qué ganas de verano! Estoy deseando dejar atrás la pana y darle la bienvenida al fresquito algodón.


Aunque hace mucho tiempo que pasó mi tren, de vez en cuando me dejo caer por alguna tienda online de ropa de niños para ver qué nos ofrecen para que los recién llegados vayan fresquitos en verano y no dejen de ser bebés de Bilbao, que es, sin ninguna duda, como más guapos están.
Y aquí, Nícoli suele dar en el clavo. Sus diseños con colores neutros, estampados discretos, tonos empolvados y tejidos naturales son la mejor apuesta cuando todavía no han cumplido el año. Porque el amor de madre es infinito y, nuestros niños, lo más bonito que hay pero tampoco veo la necesidad de ponerlos a prueba, angelitos, con un conjunto fucsia o morado. Disponemos de un amplio y favorecedor abanico de beiges, grises, blancos, azules, crudos, rosa palo…, hagamos un favor a nuestros retoños y usémoslos hasta hartarnos.




Otro punto importante es no caer en el error de confundir ropa de bebé con lazos, perlé y angora a granel; no se trata de que nuestros hijos recuerden al Delfín de Francia sino de que vayan cómodos, frescos y sencillos. Los pololos, las capotas, las chaquetitas y las camisas de algodón son un acierto seguro. No hace falta complicarse con jaretas y puntilla, la sencillez suele ser la clave del éxito.



Por si a alguien le cabía alguna duda, aprovecho la ocasión para confesar mi debilidad por las niñas con capota –como yo no he podido jugar a las muñecas-. Es que veo una y quiero una para mí (niña y capota).



Y mientras esperamos/deseamos/cruzamos los dedos/rogamos que el buen tiempo se instale definitivamente para sacar a las criaturas de sus sanfranciscos y poner las piernas al sol, podemos dejarnos caer por la tienda online de Nícoli y aprovechar las ofertas disponibles en su sección saldos, donde encontraremos restos de otras temporadas a precios mucho más asequibles.