Voy
a aprovechar estos momentos de consumo navideño y cartas a los Reyes Magos para
hacer la lista de cosas que, no sólo no quiero como regalo, sino que ni
siquiera concibo como tal.
Cremas.
Da
igual que sean extraordinarias, carísimas, milagrosas, secretas, un
imprescindible o lo mejor para las arrugas con resultados extraordinarios. Si
me da pereza gastarme mi dinero en cremas, tampoco quiero desperdiciar mi comodín
sorpresa así.
Además,
detrás de la buena intención subyace un punto de cruda realidad porque hidrata
genial (cara acartonada), va fenomenal para las patas de gallo (que ya tienes,
campeona), reduce ojeras y bolsas (ojos hinchados), efecto lifting (pelleja). Peor
todavía si son corporales: reafirmante (blandengue), anti celulítica (¡horror!)
o exfoliante (piel chunga por todo tu cuerpo).
Es
como regalar un vale de farmacia, no voy a morir de emoción.
Colonias y
perfumes.
Sé
que es uno de los grandes éxitos navideños pero me da la misma pereza que las
cremas, aunque los frascos son mucho más decorativos.
Personalmente,
llevo años tratando de encontrar una colonia que no me resulte empalagosa (el
perfume, ni tocamos) y utilizando Zara Baby a 4,95€ así que no sabría
apreciarla y tendría que cambiarla seguro.
Estoy
demasiado cerca del litro de Nenuco como para valorar el dispendio de Chanel nº
5.
Zapatillas de
casa.
¿Te
ha pillado el toro, eh? Pues se nota.
Tan
ilusionantes como un paquete de arroz, puede que las necesite pero eso no las
hace apetecibles en ningún caso.
Peluches.
Es
algo que tengo la necesidad de aclarar desde que dejé mi niñez, no fuera ocurrírsele
a alguien –normalmente, un varón- presentarse con un puto oso pensando que es
algo guay.
Es
un muñeco y tengo 15, 20, 25 años… ¿qué se supone que tengo que hacer con eso? ¿De
dónde se han sacado los tíos esa idea de peluches y chicas?
Menos
mal que ya estoy fuera de edad para estas chuminadas.
Electrodomésticos.
Así,
en general, todos están demasiado cerca de ser una batidora y, claro, no podré
evitar llevarme un chasco, aunque venga con todos sus accesorios y pueda hacer una
deliciosa isla flotante en 5 minutos.
La
necesidad no es siempre un buen indicador a la hora de regalar. Me hacen falta unas
medias, pilas, betún negro, ibuprofeno 600 mg, una bombilla, unas zapatillas y
espero que nada de eso me caiga por Navidad.