14 noviembre 2016

Esas cosas que dan infinita pereza.

Aunque sea en nuestro propio beneficio, hacer algunas cosas da muchísima pereza. Posponemos el momento indefinidamente, si es que finalmente nos decidimos a dar el paso.



- Desmaquillarse.
- Ir al dentista.
- Echar gasolina.
- Cambiar el armario de verano por el de invierno (y viceversa).
- Una gestión en el banco.
- Teñirse las canas.
- La revisión ginecológica.
- Llamar al fontanero.
- Reponer el papel higiénico y la pasta de dientes.
- Hacerse fotos de carnet.
- Desatascar el fregadero.
- Recoger la ropa del tendedero cuando llueve.
- Ordenar la montonera de papeles, tickets, cartas, monedas de 5 céntimos, bolígrafos, propaganda...
- ¿Qué pongo hoy de cena?
- Quitarse el esmalte desconchado de las uñas.
- Cambiar una bombilla, que siempre habrá que comprar primero.
- Regar la única planta que no se ha mustiado todavía.
- Hacer limpieza de juguetes.
- Depilarse.
- Limpiar la nevera.
- Imprimir esa foto para la que compramos un marco hace dos años.
- Coser un agujero en los calcetines.
- Poner el lavaplatos.
- Pasarse por el zapatero.
- Pelar una naranja.
- Sacar la decoración navideña.
- Recoger la decoración navideña.


Algunas podrán encabezar la lista de tareas pendientes durante meses; otras, las que son una cuestión vital, terminarán por hacerse a regañadientes.
Pero todas y cada una de ellas suponen un pequeño suplicio diario...