14 marzo 2016

Madres y bolsas.

Hay algunas cosas inherentes a la paternidad, no te librarás de preocupaciones, desvelos, culpa. Pero hay algo que las madres tienen en exclusiva: ir cargadas de bolsas. Siempre. No falla. Porque yo veo a los padres y van con las manos en los bolsillos, sin embargo, nosotras llevamos invariablemente entre una y cinco bolsas.


Una tarde de martes, es fácil diferenciar a una mujer sin descendencia de una madre, la ligereza de sus andares, su pequeño bolso de mano, su libertad de movimiento y, como carga máxima, un paraguas.

Madres y bolsas según @casascosas

El origen de este mal debe ser el cochecito. Empezamos colgando la bolsa de imprescindibles para el bebé, que viene a ser todo lo necesario para sobrevivir un año a un holocausto nuclear. Luego le añadimos esos prácticos ganchos para enganchar más cosas y es el principio del fin... Ya no podremos parar. Nos hemos acostumbrado y, cuando los niños dejan atrás la sillita, es demasiado tarde para nosotras.

Nos miro y me pregunto por qué acarreamos, además de a nuestra prole, tres bolsas adicionales y qué contenido tan vital esconderán que es imposible desprenderse de ellas. ¿Un marcapasos externo? ¿La botella de oxígeno?
Pues resulta que llevamos el tupper gracias al cual podemos comer en menos de 8 minutos, intensificar nuestra jornada laboral y llegar a tiempo a la parada. Y ese táper tiene que viajar de vuelta a casa.
En otra estarán la merienda, el zumo, unas galletas para luego, agua por si acaso, unas toallitas para emergencias.
Llevaremos también algún juguete, que sólo pedirán cuando no hayamoss traído pero que llevaremos encima en cuanto salgamos por la puerta, el pack incluye coches, muñecos, un balón en primavera, unas pinturas.
Además, en un quiebro digno de Messi, los niños te han endosado sus mochilas nada más bajar del autobús y, aunque no pesen, son más bártulos encima.
Seguramente, de camino a casa tengas que hacer algún recado así que no te libras de 2,5 kgs de naranjas, unos tomates, pan, unas cápsulas de café (15 cajas cada vez que vas para tardar mucho en volver) y los zapatos que dejaste hace un mes en el zapatero.


Y, cuando llegas a casa sepultada, agradecerías haber tenido un carrito de la compra para meter todas las bolsas. Total, la pinta de mendiga americana ya la tienes; a estas alturas del día, nadie es ya capaz de distinguirte entre la montaña de bolsas que llevas en lo alto.

Voy a ir encendiendo el bidón, que hoy hace un frío.

4 comentarios:

  1. Para evitar llevar tantas bolsas, yo ya llevo mochila de alpinista. Tal cual. Todo cabe. Bueno no, ni el patinete ni la moltó, qué cruz.

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    1. Y después del patinete, ¿qué toca? ¿La bicicleta?
      Alele, a lo mejor te viene mejor un poco de lluvia a una contractura muscular.

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  2. Increible pero cierto. Da igual lo que lleves, siempre falta algo. Yo siempre penco en llevar juguetes y mi hija siempre se queja por "poquita merienda"...Estoy estudiando comprarme un carro de la compra para ir al parque y satisfacer las infinitas necesidades de mis hijos. Besos de lunes amiga!Carlota

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    1. ¡Qué razón, Carlo! Ya puedes llevar la casa a cuestas que siempre habrá espacio para una petición adicional que no puedas satisfacer, ni comprar en las cercanías, ni conseguir sin tener que robar a otro niño.

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