19 diciembre 2016

Valores innegociables.


 
  • La bondad.
  • La honestidad.
  • Escuchar.
  • El respeto.
  • Querer bien.
  • La amabilidad.
  • La lealtad.
  • El sentido del humor.
  • La generosidad.
  • Comprender.
  • El perdón.
  • Disfrutar.
  • La educación.
  • La tolerancia.
  • Saber perder.
  • Tener inquietudes.
  • Los modales.
  • Aprender.
  • Equivocarse.
  • La empatía.
  • Hacerse fuerte.
  • Conocer, descubrir, probar.
  • Desconfiar de los prejuicios.
  • Vivir.
  • Dejar vivir.

Espero ser capaz de enseñárselo a mi niño, hacer de él un buen tío.
Porque los buenos valores son las herramientas para ser más feliz.
Porque creo que la buena gente vive mejor.

09 diciembre 2016

Una fábula.

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Érase una vez una chica, normal, como todas las demás. Era divertida, alta, delgada y muy resultona, lo que le daba una seguridad de la que carecía su entorno, cargado de los típicos complejos veinteañeros.

A la chica le gustaba tener una amiga íntima, una confidente. Así que cuando se acercaba más a una de sus amigas, conseguía que la elegida se sintiera muy especial, con tantas atenciones.
Ejercía estupendamente de mejor amiga y escuchaba todas las confesiones, secretos, deseos y anhelos… Ya se sabe cómo son de intensas las amistades a los veinte.
La chica parecía buena gente; escuchaba, aconsejaba y también contaba algún pequeño secreto: un cotilleo, una noticia de última hora o algo que no debería decir pero que sí compartiría con su nueva mejor amiga porque eso la haría sentirse todavía más especial.

Sin embargo, había una pequeña trampa, todo lo que la chica contaba estaba cargado de intención -mala, por supuesto-. Su mejor amiga del momento no lo sabía, claro, estaba bajo el influjo de su magia, encantada siendo el objeto de sus atenciones y confidencias.
La chica era sibilina, manipulaba tan discretamente que a su amiga le resultaba imposible percibirlo. Le contaba que alguien la había criticado -un mal tremendo en un mundo de inseguridades- pero que ella había salido al rescate, blandiendo su espada de amistad y defendiendo su honor.
Y volvía a ocurrir, una y otra vez, hasta que su amiga pensaba que vivía en un mundo tan hostil que su único apoyo era aquella chica; se sentía tan sola e incomprendida ante semejante avalancha de maldad…
La amistad duraba una temporada y, de repente, la chica se esfumaba. Desaparecía, sin más, dejando a su amiga desconcertada, triste y muy sola. Había cavado una fosa a su alrededor y quemado el único puente al huir de su vida.

Entonces, la chica encontraba una nueva mejor amiga.
Y luego otra.
Y otra más.


El tiempo pasaba, la chica crecía y todas sus ex mejores amigas también.
Se formaron nuevos lazos, se desempolvaron antiguas amistades, se contaron nuevas confidencias, secretos, anhelos y decepciones.
Para sorpresa de todas, la chica siempre resultó ser la decepción común para las que formaron parte de su vida. Hablaron de ello, porque les dolió mucho en su corazón adolescente, y entonces descubrieron la verdad. Todo lo que había contado la chica era una sarta de mentiras.
Entre todas, tiraron de la manta con fuerza, dejando a la chica sin careta. Y lo que vieron fue un personaje grotesco, envidioso, malicioso.

Pero la chica seguía mintiendo, intentando manipular, creyendo en su capacidad para sembrar malentendidos, pensando que su poder sobre las demás permanecía intacto. ¡Pobre ilusa!


La chica no se imagina, o prefiere no hacerlo, que ya nadie la cree.
La chica no piensa en lo ridícula que resulta.
Y la chica mentirosa está sola porque sembrando desconfianza, la tierra se vuelve yerma.
No hay cosecha.
No queda nada.

01 diciembre 2016

Qué te espera estas Navidades.

Hoy, que inauguramos diciembre y el calendario de adviento con sus 25 chocolatinas por comer, no podemos negar la evidencia: las Navidades ya están aquí.
Se abre la veda.


 
El turrón.
Como dice mi padre, si fuera bueno, se vendería todo el año.
 
Las discusiones familiares.
¿Hay algo más típico que un buen pollo en una reunión familiar? Yo no concibo una Navidad sin un acalorado “debate” sobre cualquier tema banal que, además, a nadie le importa. Pero con lo que nos gusta discutir, nos posicionaremos en un bando al azar e iremos a degüello contra los otros.
Si esto es lo que le da vidilla a las fiestas.
 
Envolver y desenvolver regalos.
Naces con la balanza claramente a tu favor pero, vas creciendo, y el asunto se va descompensando hasta la injusticia total; es el sino paterno.
En casa hemos depurado tanto la técnica del envoltorio que ni el mismísimo Ford pondría objeciones a nuestra cadena de empaquetado.
 
Los polvorones.
Da igual que no te gusten. No importa que nunca los compres. Aunque regales cualquier caja que caiga en tus manos, todos los años acabas encontrando un puto polvorón en tu casa. ¡Son los Houdini de la Navidad!
 
Las cenas.
Como con las comidas que vienen por defecto en 15 días son insuficientes, hay que ponerse las pilas y organizar muchas más. Con los compañeros del colegio, los colegas de la universidad, los amigos de ahora, los del trabajo, los del curro anterior, con los de clases de aerobic, con las de yoga, con los padres de la parada…
¡Comamos y bebamos hasta reventar!
 
Las vacaciones escolares.
Son unas fechas estupendas, los niños disfrutan mogollón de sus ¡3 SEMANAS DE VACACIONES! A estas alturas del año, o un ángel gana sus alas haciendo que el día de asuntos propios que te queda cunda como diez, o los padres veremos el rostro iluminado por la magia y la ilusión de nuestros hijos por videoconferencia…
 
Los langostinos.
Habría que hacer un adorno navideño con forma de Rodolfo Langostino, que es mucho más nuestro que el reno.
Recuerdo con sudores fríos ese plato de langostinos que acechaba en cada comida, en cada cena. No sé, en casa de mi abuela, los langostinos congelados no tenían fin. Tal vez comprase un par de palés porque daban para todas las fiestas y cumpleaños hasta junio.
También recuerdo cómo me miraban desde el plato, todos esos pares de ojos negros ordenados haciendo un decorativo redondel. ¡Qué cosita me daba!
 
La gente.
Hordas de personas en la calle, en las tiendas, en los bares, en la cafetería, en la ferretería, en el ginecólogo, en el dentista, en la copistería, en el museo, en el gimnasio, en casa...
¡Joder, esto está petado de peña!
 
Los escondites, los susurros y los secretos.
Siempre estamos a punto de desvelar la gran estafa a uno de nuestros retoños, de que descubran el alijo, de que encuentren un regalo perdido debajo del sofá, de que abran el armario de las escobas y vean decenas de rollos de papel de regalo.
La magia de estas fechas debe ser que sigan creyendo después de tantos incidentes sin explicación lógica.
Pero, ¿qué sería de esta época sin la ansiedad de que nos cacen?

 
Así que aprovecharemos el puente para lo inevitable y pondremos los adornos y el árbol, que nos acompañarán hasta bien entrado febrero (porque da muchísima pereza montarlo pero quitarlo es muchísimo peor, con la de cosas que me quedan por hacer…).
 

14 noviembre 2016

Esas cosas que dan infinita pereza.

Aunque sea en nuestro propio beneficio, hacer algunas cosas da muchísima pereza. Posponemos el momento indefinidamente, si es que finalmente nos decidimos a dar el paso.



- Desmaquillarse.
- Ir al dentista.
- Echar gasolina.
- Cambiar el armario de verano por el de invierno (y viceversa).
- Una gestión en el banco.
- Teñirse las canas.
- La revisión ginecológica.
- Llamar al fontanero.
- Reponer el papel higiénico y la pasta de dientes.
- Hacerse fotos de carnet.
- Desatascar el fregadero.
- Recoger la ropa del tendedero cuando llueve.
- Ordenar la montonera de papeles, tickets, cartas, monedas de 5 céntimos, bolígrafos, propaganda...
- ¿Qué pongo hoy de cena?
- Quitarse el esmalte desconchado de las uñas.
- Cambiar una bombilla, que siempre habrá que comprar primero.
- Regar la única planta que no se ha mustiado todavía.
- Hacer limpieza de juguetes.
- Depilarse.
- Limpiar la nevera.
- Imprimir esa foto para la que compramos un marco hace dos años.
- Coser un agujero en los calcetines.
- Poner el lavaplatos.
- Pasarse por el zapatero.
- Pelar una naranja.
- Sacar la decoración navideña.
- Recoger la decoración navideña.


Algunas podrán encabezar la lista de tareas pendientes durante meses; otras, las que son una cuestión vital, terminarán por hacerse a regañadientes.
Pero todas y cada una de ellas suponen un pequeño suplicio diario...

24 octubre 2016

Mi yo más macarra.

Hay gente, situaciones, que sacan a relucir tu lado más barriobajero. Una versión de ti que perjura, insulta, maldice, hace cortes de manga sin pestañear y no dudaría en romper un botellín de cerveza para dar un toque más dramático a la escena.



Todo comenzó una plácida mañana de sábado de camino a una cervecera. Carretera con curvas, niño que se marea y, claro, hay que parar. Tiras el coche a toda prisa donde buenamente puedes, pendiente de que no vomite dentro, sales a la carrera, le sacas en un nanosegundo y a esperar a que se le pase el blancón al pobrecito.
Cuando parecía que estábamos listos para reanudar el viaje, se acerca una tía de muy malos modos, buscando un poco de gresca de fin de semana.
- ¡Oye! ¡Aquí no se puede aparcar! ¡Esto es una propiedad privada!
- Perdona, he tenido que parar un segundo, que se ha mareado el niño. No podía pararme en el stop que me estaban pitando.
A todo esto, hay que ver la situación: niño color verdoso, madre con cara de agobio máximo. Pero eso no era lo importante, claro…
- Ya, siempre decís lo mismo. No podéis venir a recoger a los niños y aparcar aquí.
- ¡¿Qué? Es que no tengo ni idea de lo que me estás contando.
- Sí, claro… ¡Si vienes siempre aquí a dejar a tu hijo!
Primera vez en mi vida que estoy en ese sitio (al que ni siquiera sabría volver).
- No tengo ni idea de lo que me estás contando. Mi hijo no va a ningún colegio aquí.
- ¡Seguro! ¡Estoy harta! Es que no puedes aparcar aquí cuando quieras.
- Oye, que he parado cinco minutos.
- ¡Menudo morro tienes!
- Mira, te estás equivocando de gordo. No sé de qué me estás hablando.
- Ya, claro, ¡¿pero qué te crees?! ¡Me tenéis harta!
- Oye, tía, que ya te lo he explicado. Déjame en paz que el niño se encuentra mal.
- ¡Si siempre estás aparcando aquí!
- ¡¿Pero qué cojones dices?!
- Pues que aquí no se aparca.
- ¡Vete a la mierda!
Y abro la puerta del coche, no sin antes dedicarle mi anular bien alto.

Pero la tipa no iba a parar tan fácilmente, no en vano contaba con un marido guardaespaldas mientras que yo estaba sola con un niño mareado. Me llevaba un armario empotrado de ventaja así que, vuelta a la carga (y todavía sigo sin meterme en el coche):
- ¡Qué fina eres, chavala!
- ¡Y tú qué subnormal! Te estoy diciendo que mi hijo no se encuentra bien.
- Es que aquí no se puede aparcar, ¡es una propiedad privada!
- ¡Joder, menuda gilipollas!
Ahora sí, arranco, le dedico otro par de cortes de manga sacando el brazo por la ventanilla –todo lo macarra que puedo- y me voy. Me gustaría poder decir que me fui picando rueda, pero no sé hacerlo.


Lo más feo de este asunto –quitando el mal cuerpo que se te queda cuando discutes en esos términos con una desconocida- es que la tía sólo vino porque se sintió más fuerte. Me vio sola con un niño y atacó, la muy zorra.
Hace falta ser muy chunga para crecerte -con un marido al lado- frente a una tía a la que has visto y considerado desprotegida.

¡Menuda gentuza! Estoy por volver allí con un par de maromos bien ciclados para tener otra distendida conversación sobre la propiedad privada.

10 octubre 2016

Conclusiones de un largo y cálido verano.

- Las decisiones difíciles también hay que tomarlas.
- Si no puedes comprarlo, cópialo.
- A veces, las cosas son simplemente lo que parecían.
- Puedo decir que tengo una amiga desde hace 20 años.
- Hay gente increíblemente valiente y tenerla cerca es un ejemplo.
- La mejor resaca, la de una farra con amigas con agujetas en la tripa de reír.
- Descubrir nuevos hobbies y apasionarte.
- No entiendo a los tíos, a nivel local, nacional ni internacional.
- Aprender a conducir un Land Rover mola un montón.
- París es siempre una buena idea.
- Tener razón, en ocasiones, duele.
- Conocer a alguien, congeniar al instante y pensar cómo es posible que no seamos amigas desde hace años (¡y por duplicado!).
- Ali Express es genial.
- El 95% de las conversaciones con mi hijo son de superhéroes y súperpoderes (y no entiendo el 70%).
- Cuando se cierra una puerta, enciende la luz hasta que se abra la mítica ventana, mejor ahorrarte un tiempo de penumbra...
-¡Qué bien sientan unas cañas con amigos!
- Si puedes enmarcarlo, cuela.
- Hay cosas y gente que nunca entenderé; soy mus.
- Los planes con el abuelo son insuperables.
- Hacer el chorra es divertidísimo, aunque te miren raro.
- Lo bueno de tener tetas de plástico es que puedes llevar sujetadores meramente conceptuales.
- Leer compulsivamente no es malo (me lo ha dicho el psi).
- La decoración de bibliotecas se me da bastante bien.
- Las risas son la mejor medicina, y el Cipralex, el Trankimazin, el Orfidal…
- Agosto en la oficina puede ser un todo un reto, más bien a nivel creativo que profesional, pero mereció el esfuerzo.



 Y esto es lo que he sacado en claro de este largo verano; menos da una piedra...

20 junio 2016

Largas vacaciones.

Este año me voy a tomar vacaciones escolares de blog (las del calendario vacacional estándar, que a mi niño todavía le queda una semana de colegio).

Descansaré un par de meses largos, sin encender el ordenador los domingos y los miércoles a última hora, buscando algo que contar -no he conseguido una despensa de post de la que tirar-.
Me dedicaré a cerrar grietas con masilla. Leeré. Veré pelis. Dejaré que se me haga tarde, aunque sea domingo y no tenga nada en la recámara…

Voy a tomarme unas largas vacaciones, aunque todavía me quede mucho tiempo de oficina por delante. Jugaré a que ya es verano, aunque no haya catado la playa todavía.

Y volveré en septiembre, con la nariz pelada y un montón de pecas.


Foto de @peparenal

16 junio 2016

Decoterapia.

Cambia, mueve, recoloca.
Atornilla, clava, martilla.
Arranca, quita.
Pinta, lija, enluce, barniza.
Ordena, regala, tira.
Descuelga y vuelve a colgar.
Adecenta, recupera, retapiza.
Compra, rebusca, inspírate.
Tapa, arregla, limpia.

Puede que al final todo se quede como estaba pero, mientras lo intentabas, habrá pasado el tiempo.
¡Haz decoterapia!


09 junio 2016

Hoy me conformaría con estar ahí.


Poco más que añadir.
Que pasen ustedes un buen jueves.


06 junio 2016

Resistiendo al emoticono.

Comencé sin bajarme la aplicación en WhatsApp, no recuerdo si por pereza, porque era de pago o porque no tenía espacio disponible para actualizar el IOS de turno. Algo tenía que hacer que no hice y me quedé sin emoticonos.
Y utilizando únicamente el lenguaje en un mundo de caritas amarillas, yo sobreviví.
¡Alucinante!



Y así he seguido durante estos años. Nunca los he echado en falta.
Ha pasado de ser un reto personal –podría decir que me motivan los retos absurdos que no llevan a ninguna parte- a formar parte de mí. Me comunico con palabras completas, sin abreviaturas y con tildes; pongo comas, puntos, incluso punto y coma -así de cursi soy-. La única licencia que me concedo es pasar del signo de interrogación o exclamación de apertura cuando chateo, pero me crea cargo de conciencia, no vaya a ser que a la RAE le dé por quitarlos por eso de adaptarse a las nuevas formas de comunicación… Y llevo fatal los cambios ortográficos y gramaticales de la RAE (no tengo superado sólo y me cae el éste sin tilde, ¡un drama!).


Creo que somos capaces de transmitir y entender la sorpresa, la ironía, la pena, el susto, la risa o la vergüenza sin un emoticono aclaratorio.
Un “Me parto” resulta igual de sugerente que una carita muerta de risa; claro que ésta puede repetirse 10 veces seguidas mientras que yo nunca escribiré “Me parto, me parto, me parto, me parto, me parto”. Entiendo que con una vez ha quedado confirmado que sí me hace gracia.
Tampoco considero necesario aclarar un vacile utilizando el pertinente guiño o guiño-lengua-sacada. O soy capaz de escribirlo para que entiendas que estoy de coña o puede que, tal vez, sea inapropiado; a ver si ahora las caras amarillas lo van a solucionar todo… Si el chiste ha sido hiriente, no creo que se haya creado todavía el emoji capaz de deshacer el entuerto, ya puedes poner besos y corazones a granel que, cuando pinchas hueso, duele…
Es tan fácil que cualquier anécdota resulte sorprendente a la par que espeluznante pero con un toque de humor, la versión de El grito está en todas partes. Yo utilizaría un “¡No me puedo creer!”, un “¿En serio?” o un “¡¿Pero qué me dices?!” dependiendo de las circunstancias. Puede ser que me quede corta y no consiga hacer llegar a mi interlocutor ese matiz de espanto pero qué se le va hacer, es un mensaje de mierda, tampoco nos vamos a poner tan quisquillosos.
No podré ruborizarme ni poner cara de pena.
Tampoco cerraré mis frases con una flamenca.
Nunca enviaré corazones rosas.
Sólo te aseguro que me comprenderás y, ¿no se trata de comunicarse?


Así que seguiré atrincherada en la palabra, resistiéndome ferozmente al emoticono. Porque para mí es importante, aunque no tenga ni idea de por qué…


02 junio 2016

30 mayo 2016

Mi madre.


Es alta y guapa. Siempre lo ha sido, esa belleza del sur, morena y de ojos oscuros.
Es alegre, simpática y sonriente. Una eterna sonrisa en los labios.
Es habladora y guasona.
Es luchadora y valiente.
Es cariñosa incluso cuando no nos lo merecemos.
Es estilosa, coqueta y presumida.
Es bailonga.
Tiene grandes valores: respeto, amor, tolerancia, perdón.
Es cuidadora; mamá gallina.
Es muy divertida.
Es dura, fuerte, y la vida la ha puesto a prueba demasiadas veces…
Es entregada y apasionada.
Es una abuela muy molona.
Es generosa, disfruta dando tiempo y amor.
Es el hombro en el que consolarse, que te recibe con un reconfortante abrazo.
Es sabia y un poco bruja.
Es olvidadiza.
Es casa, hogar.
Es el pilar de la familia.
La matriarca.
La que hace que todo funcione, que seamos piña aunque diluvie.
Es Mamá, Mami, Vieji, Bonita, Vieille, Abuela, La Anciana, Abuela Pelleja.

Y aunque no los aparente porque luce estupenda -no es sólo amor de hija-, ya le caen 60.

¡Muchas felicidades, mami!
¡Te queremos tanto y tan fuerte!

26 mayo 2016

Amanecedario.


Amanecer. Abrir un ojo; después, el otro.
Bostezar hasta sentir la mandíbula dolorida.
Carraspear intentando encontrar una voz, la nuestra, que sigue dormida.
Desperezarse, tratar de dejar atrás el pegajoso mundo de los sueños.
Estirarse hasta que la sangre circule por cada músculo.
Forcejear con las mantas, que parecen adheridas a nuestra piel.
Gatear hasta el borde de la cama, el abismo de un nuevo día.
Hundir la cabeza bajo la almohada, un fracaso estrepitoso.
Intentarlo una segunda vez. Abrir un ojo; después, el otro…
Juntar la fuerza de voluntad, desperdigada entre los pliegues de las sábanas.
Kilómetro cero, seguimos en el punto de partida: amanecer.
Levantarse, un pie fuera de la cama -mejor el derecho-.
Maniobrar con las zapatillas, cada una en su sitio.
¡No, estaban al revés! Pie izquierdo en zapatilla izquierda. Pie derecho en zapatilla derecha.
Oscilar varias veces hasta conseguir la verticalidad.
Partir de la habitación y enfilar el pasillo.
Quedarse quieto buscando un punto de apoyo en la pared.
Recobrar los sentidos perdidos. ¿Acaso me he vuelto a dormir?
Seguir caminando, sin rumbo aparente, por un pasillo que se alarga a cada paso.
Tropezarse con la alfombra. Cuántos peligros acechan a una mente adormilada.
Ubicada la cocina, procedemos.
Vaso de agua de trago.
¿Whisky? Mejor un café doble. Triple tal vez.
Xantocromía dental, demasiada cafeína, demasiadas mañanas…
Yerma la mente de ideas pero, al fin, también de sueño.
Zambullirse en otro día. Un nuevo día. Un día igual.

23 mayo 2016

Más webs de Carlo.

Después de la primera entrega de las webs de Carlo, la mejor y más eficaz rastreadora de ropa para niños y bebés, presentamos la segunda parte, con webs mucho más secretas que harán las delicias de todas las madres enamoradas del shopping infantil on-line.

Una selección discreta de ropa sport básica -camisetas, sudaderas, vestidos de algodón- con buen gusto y precios razonables.



Ropa de niño y niña muy especial, con colores divertidos pero discretos y estampados muy chulos. Tienen también calzado, accesorios, decoración… Todo lo que quieras para ellos pequeños podrás encontrarlo aquí.
Una web para llevar a los más pequeños a la última pero, claro, habrá que ampliar un poco el presupuesto o rebuscar en su outlet.


Ropa para bebé en colores neutros y apetecibles, conjuntos de punto, peleles, ranitas, chaquetitas… Sencillo pero con mucho gusto, muy bebés de Bilbao.
Los precios no son los más económicos pero sus propuestas son realmente tentadoras.


El reino del punto inglés, ya sea el clásico jersey de shetland -el de la greca de toda la vida que picaba que se mataba- o modelos más actualizados de rayas y con capucha.
Pero hablamos de cashmere y de libras, así que los precios suben un montón. Eso sí, nunca abrazar a nuestras criaturas será tan gustoso.


Preciosos y originales bañadores para los más pequeños: bóxer o short elástico para niño y braguita o entero para niñas.
Me encantan sus diseños y, lo mejor, que pueden ir iguales por un precio muy razonable.



Seguiremos muy atentas a los descubrimientos de Carlo en el ciberespacio.