05 octubre 2015

Tarjetas amigas.

Pensaba que mostraba cierta resistencia a la hora de hacerme socia de una tienda. Me tenía por una dura clienta, reticente a dar mis datos a la primera de cambio. Pero he estado repasando mi cartera y resulta que nada más lejos. Es más, diría que sólo me falta ofrecerme directamente como socia nada más entrar por la puerta de un comercio.


Obviamente, me he dejado camelar por los cantos de sirena del 0,5% de descuento en algunas de tus compras, las promociones exclusivas para socios, los regalos de bienvenida y las miles de ventajas que ahora mismo se me escapan pero que, en su momento, me debieron parecer algo fantástico.

Así que me encuentro con la cartera a rebosar de tarjetas –aunque nunca encuentro la que necesito-, recibo mogollón de cartas, postales y panfletos que petan semanalmente mi buzón, me bombardean a e-mails ofreciéndome una miniatura de colonia por compras superiores a 100€ en cremas de noche (oferta válida el 9 de octubre) y el día de mi cumpleaños tengo un 2% de descuento adicional si muestro aquella carta que me enviaron hace dos meses… Vamos, un universo de ventajas incuestionables.

Ahora mismo, soy socia (o amiga, que suena mucho mejor) de:

  • FNAC. Cuesta 15€ cada dos años pero los amortizo en una sola compra. La verdad es que es la tarjeta a la que más cariño tengo y la única con la que, de verdad, ahorro pasta.
  • Supermercados BM. Por la comodidad de no tener que cantar mi dirección cada vez que hago el pedido porque los regalos que hacen son un churro y las ofertas, también, 1 € de descuento en pepinillos en vinagre no suena muy tentador.
  • Sephora. Supongo que me dejaría engatusar por algún descuento. Desde luego, tiene la correspondencia más activa que jamás haya visto. Me llegan más cartas de Sephora que propaganda de partidos en periodo de elecciones.
  • IKEA Family. Por el descuento, por supuesto.
  • If. No recuerdo haber conseguido nada con ésta. ¿Será de puntos y dentro de 15 años podré optar a un pintalabios?
  • Forum Sport. Me harían rebaja el día que fui a comprar unas chancletas para la piscina o unas playeras para mi retoño porque, si nos limitamos a lo estrictamente deportivo, no merecería ser su amiga.

A todas estas afiliaciones conscientes, hay que añadir los pactos de amistad virtuales obligatorios para una compra por Internet, aunque nunca jamás vuelvas a alquilar un coche en Peñíscola.


Total, que resulta que soy amiga de más comercios que de personas… Y los primeros son mucho más cansinos que el peor chat de Whatsapp.

8 comentarios:

  1. Y si rebuscas en el fondo de la cartera, habrá alguna del extinto videoclub del barrio...

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  2. Y además los vales tienen que ser de pepinillos en vinagre marca acme que para una vez que no me caducan no hay dios que se los coma, yo además tengo del Corte Ingles que no da nada , bueno te felicita por tu cumple que he tenido algún año en el que sólo me han felicitado ellos (cuando erais pequeñas ya conoceis el despiste del progenitor )por eso ya merece la pena, la de mango la de cortefiel, la de zara...horror!!!ahora empiezo a destrozarlas que por eso no me cierra la cartera. La Anciana

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    1. Es verdad, esas marcas de aceitunas rellenas de pimiento no las conoce ni su madre. Vamos, que está visto que ni regaladas.

      Yo llevo años diciendo que ya tengo la tarjeta del Corte Inglés sólo para que no me den la chapa. Y si encima no hay regalo, seguiré con mi trola, no me compensa otra felicitación en el buzón.

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  3. Siguiendo un poco en la misma línea conspiranoica de comentarios anteriores, me gustaría añadir que dichas tarjetas tiene objetivos ocultos que se nos escapan a simple vista.
    Con esas tarjetas de fidelización, lo que hacen las empresas es saber lo que compramos, cuando lo compramos, cuanto nos gastamos, que comemos, con que nos lavamos los dientes y el culo, que le damos de comer a nuestro pez y un largo etc de datos valiosísimos que después usarán para venderlo a terceros o en su propio beneficio.
    Como recompensa nos darán un tupper cada dos años.
    Con toda esta información nos inundarán después con publicidad personalizada. Un poco parecido a las cookies que se nos descargan al navegar por internet. Así que cuidadito con estas tarjetas que las carga el diablo.
    He dicho!

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    1. Me pondré un gorro de papel de aluminio cuando realice mis compras. Creo que eso les despista mogollón.

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  4. Mañana mismo empiezo a reciclar...me, de dos en dos, voy a ir pensando cuales tiro primero, la del Lupa no desde luego! pero tengo dos en mente que no se libran.

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    1. ¿Y éstas no caducan nunca? Serán las únicas tarjetas que no te dejan en la estacada cuando más las necesitas.

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