01 octubre 2015

Los dibujos que más odio.


Encabezando mi lista, y creo que la de la inmensa mayoría de hogares, están Dora, Botas, el mapa, Diego, la mochila y suputamadre. Para empezar, no me parece muy educativo que una niña de 5 años ande todo el día sola por ahí, porque tiene padres, que los he visto en algún capítulo. ¿No es una dejadez de funciones parental brutal? Muy bien no lo debe de estar pasando la chiquilla, que habla con un mono y una mochila…
Los capítulos vienen, además, por pares, como si con 20 minutos no fuera suficiente. Y, claro, luego hay  que lidiar con las consecuencias: esa mierda de canciones súper pegadizas que no puedes quitarte de la cabeza durante días, “Soy el mapa, el mapa”, “Mochila, mochila” (de nada, no quería que os olvidarais de ellas…).

Caillou también me parece bastante insoportable. ¡Qué familia tan entregada a la educación de su primogénito! Es que nos deja en evidencia a los padres normales y corrientes, los que nos enfadamos, los que a duras penas soportamos una pregunta más, los que encendemos la tele para no oírlos, los que no horneamos bizcochos para desayunar, los que no tenemos tiempo para coger saltamontes los martes a mediodía.
Y luego está el asunto turbio del niño, ¿por qué es calvo? Todos los personajes de la serie tienen pelazo menos él. Espero que no esté enfermo y nos espere un final tipo David el Gnomo.

Tengo mucha ojeriza a la abeja Maya, desde siempre. Nunca me ha caído bien, ni hecho gracia, ni entretenido, ni nada de lo que se le presupone a un dibujo animado. Lo mismo sucede con la versión actualizada, es que veo sus rizos y me crispo. Pero, por suerte, he conseguido transmitir a mi hijo mi rechazo por el bicho y, en cuanto la vemos aparecer, nos ponemos a gritar “¡Cierra los ojos! ¡No mires! ¡Cambia de canal! ¡Apaga la tele!”. Y nos reímos un poco a su costa.

Los Bubble Guppies no me caen tan mal como sus guionistas, que se han hecho la picha un lío y han montado un auténtico Cristo submarino. Son unos niños sirenos que, obviamente, viven en el mar. Sin embargo, allí abajo llueve, hay charcos en los que se puede saltar, se caen, se meten en la piscina… A ver, si hemos decidido que naden, mantengamos un poco de orden, que no se puede uno pedir la ingravidez para aplicarle luego gravedad según convenga.
O somos peces o somos niños, las dos cosas es un lío hasta para los diminutos espectadores.

Otro rencor heredado de mi infancia es Calimero. Supongo que no conseguí superar nunca que se sintiera desnudo sin su trozo de cascarón en la cabeza. Eso y que además es un quejica que enseña a tu hijo a emplear correctísimamente “¡Es una injusticia!”. Como si no tuviéramos bastante los padres con el repertorio de respuestas que aprenden sin la ayuda de pollos animados.


Pero lo cierto es que, a veces, ellos son los únicos capaces de traer algo de paz al hogar.


5 comentarios:

  1. Dora les deja tan sumamente abstraídas de la realidad que se lo perdono todo, así que es mi favo.

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    1. Es que Dora tiene algo hipnótico para los niños.
      Y si puedes soportarla, Alele, esa paz que llevas a tu hogar.

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  2. Y por último y no menos insoportable por contestona, cursi , redicha , mentirosa y un millón de adjetivos horribles más, la famosa pelirroja de trenzas de 8 años con caballo de lunares Pipi Lanstrud, yo no la podía soportar espero que tengais suerte y vuestros niños no lleguen a conocerla. La Anciana

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    1. ¡Qué mal me cae! Es insoportable.
      Aunque no creo que hayas tenido que verla demasiado, Vieille, yo no la aguantaba ni de pequeña.

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  3. De pequeño no soportaba a los fruitis y aborrecía a Los mundos de Yupi.
    En mi clase era todo un outsider, porque al resto les molaba un montón. ¡Ouh yeah!

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