16 abril 2015

Incultura general.

No sé dónde está el punto de inflexión de la incultura. Desconozco qué conocimientos son los elementales. Ignoro lo que debe considerarse cultura general. Sin embargo, me parece que la ignorancia se está volviendo cada vez más exhibicionista.


Tengo la sensación de que se está perdiendo el miedo a mostrarse inculto -sea esto lo que sea-. Es como si se hubiese perdido el filtro, la vergüenza torera. Tal vez sea una vuelta de tuerca más del analfabetismo cultural, no ser capaz de ver hasta qué punto es básico nuestro desconocimiento y, por tanto, no existen reparos en mostrarlo.
No sé, yo preferiría no mantener una conversación sobre los ríos de España y sus principales afluentes… Soy carne de ridículo así que evitaré tratar el asunto y, en caso de que llegase el absurdo y extremadamente excepcional caso de una conversación monotemática fluvial, me mantendría en un discreto quinto plano, mimetizándome con el entorno cual camaleón, “soy un mantel”.

Ésta es la actitud que, pensaba, adoptaría cualquiera ante situaciones en las que nos sentimos realmente ignorantes. Pero, claro, para poder hacerlo hay que conocer el desconocimiento y eso también forma parte de la cultura. No es sólo que no sepas sino ser consciente de que, muy probablemente, deberías conocerlo. Y, al perderse lo primero, lo segundo desaparece.

No es necesario aprender, crecer, desarrollarse… Para qué, si se vive increíblemente en la ignorancia. Permanezcamos quietos y dejemos morir nuestro cerebro de inanición. Y si nuestro entorno no tiene inquietudes, mejor, retroalimentemos nuestro pasotismo, reguemos nuestra actitud vegetal, limitémonos a permanecer constantes en nuestro universo menguante.


Ahora, la incultura se ha vuelto visible, ostentosa, osada. Hay programas de televisión plagados de analfabetos militantes que se levantan una pasta por comentar la vida de otros insensatos.
Los medios nos venden la incultura, nos obligan a verla, a tolerarla, a asumirla, a esperarla incluso. Estamos tan acostumbrados que hemos perdido la capacidad de percibirla y, lo que es peor, de desear algo mejor para nosotros.


El problema es que puede que algún día despertemos y nos demos cuenta de que nos hemos perdido el mundo entero; no conocemos nada. Y, entonces, nos arrepentiremos por lo que no hemos viajado, leído, visto, conocido, disfrutado, escuchado, aprendido…

2 comentarios:

  1. Hablando del tema, esta noticia de hoy que adjunto sería ya el puto colmo de la incultura.
    Resulta que la concejal de CULTURA del ayuntamiento de Valencia se ha despedido de su cargo a través de Facebook y ha cometido en menos de 19 líneas unas 30 faltas de ortografía.
    Si gente como esta son los que manejan el cotarro, ¿Qué se puede esperar de los que dependemos de ellos?
    Es para mear y no echar gota.
    http://www.elmundo.es/comunidad-valenciana/2015/04/15/552e24d2ca47419a698b457b.html

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    1. Obviamente, que su gabinete de prensa dejó el puesto antes que ella. Y, claro, voló libre por primera vez y se estrelló contra la RAE.
      ¡Menuda chusma! ¡Y de cultura nada menos!

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