29 mayo 2014

Yincana en el aeropuerto.

Partamos de la hipótesis básica de que cualquiera de sus trabajadores me parece una figura autoritaria. Azafatas, camareros, tipo que organiza los taxis con un silbato, sobrecargos, Guardia Civil, señor con chaleco fosforescente, a todos obedezco sumisa. Si es que veo al tipo que pide las tarjetas de embarque y estoy por suplicarle que no me detenga. 

No es de extrañar que, llegado el momento del control policial, el resultado sea una experiencia desastrosa. Me parece un sinvivir, pura angustia, me produce nervios y estrés, no vaya a ser que me quiten la crema hidratante de 70€ que me compré la semana pasada.


Primeras indicaciones de la mano de un tipo de azul –me parece el color estrella de los aeropuertos- con voz extremadamente nasal. Empieza el show.
- Cinturón, móvil, reloj, monedas, cartera, portátil o cualquier objeto metálico debe depositarse en una bandeja.
- Pongo cinturón, reloj, bolso, abrigo, jersey, collar, pulsera, anillo en la bandeja correspondiente.
Todo colocado en el escáner, me dirijo al arco de seguridad. Un policía o señor-de-azul-que-advierte, denuncia mi primer incumplimiento normativo.
- Los zapatos, quíteselos y póngalos en una bandeja.
- ¡Fuera botines!
- Páselos por el escáner.
- Claro.

Segundo escollo, el arco de seguridad. Pita antes incluso de que llegue, con mi simple presencia metálica.
- ¿Lleva usted reloj, pulsera, collar, cadena, móvil u objeto metálico?
- ¡Anda! ¡Pues sí! Se me ha olvidado quitarme el reloj. Será lo único que no me he quitado.
- Póngalo en una bandeja, colóquela en el escáner y vuelva a pasar.
- Vale.
Segundo intento, descalza, sin abalorios y menos dignidad y paciencia. Otro sonoro pitido me acompaña.
- Por favor, apártese. Ahora viene mi compañera.
Viene una mujer guardia civil enguantada en látex.
- Coloque un pie aquí.
- El otro pie.
- Extienda los brazos.
- Dese la vuelta.
- Vale, puede usted pasar.
- Gracias.
Cacheada sin resultado, me pregunto a qué vienen estos niveles de control férreo –de hierro y de implacable-. Como no me pite la cremallera del pantalón o el corchete del sujetador…

Llegamos al tercer obstáculo: el tirano del escáner. La barrera infranqueable. El No Pasarán modelado en carne y hueso.
- ¿Es suya esa bandeja?
- Sí.
 ¿Lleva usted portátil?
- Sí.
- Debe colocarlo por separado.
- Sí, lo he sacado de la maleta y puesto en esta bandeja.
- No, debe ir en otra. Separado del resto de cosas. Coloque todo en el escáner.
- Vale…
Retrocedo y pongo mi creciente número de bandejas en la cinta. Me dispongo a pasar el control con algo más de soltura, acaban de cachearme…
- Disculpe, debe usted pasar por el arco.
- Si acabo de hacerlo.
- Debe usted pasar de nuevo.
Pita, claro, no podía no hacerlo. En esta ocasión son algo más benevolentes, estoy enzarzada con su implacable compañero de escáner y generando cola.
- Está bien, pase.
Volvemos al Señor Rayos X.
- ¿Lleva usted líquidos?
- Sí, los que están en la bolsita de plástico con cierre zip.
- Sáquelos de la maleta, póngalos en una bandeja y páselos por el escáner.
- ¿Otra vez?
- Colóquelos en la cinta.
Vuelvo a pasar el arco, poner otra mierda de bandeja en la cinta y esperar para el cuarto paseíllo por el detector de metales. En esta ocasión, me dejan pasar con un simple gesto.
- ¿Este frasco contiene 100 ml?
- No sé. Pone 125 ml y está medio vacío.
- No está permitido. Debe facturar su equipaje o tirarlo en ese contenedor.
- Lo tiro entonces.
- ¿Qué es eso que se ve en la imagen?
- ¿Las tijeras de uñas?
- Sí. No está permitido. Debe facturar su maleta o depositarlas ahí.
- Nada, ya las tiro.
- De acuerdo, puede usted pasar.
- Tu puta madre. (Esto es sólo un pensamiento)

Medio vestida, descalza, con 5 bandejas, una maleta abierta y hasta los huevos, ¡llegamos por fin al otro lado!
Ahora sólo nos queda esperar al avión, que viene con retraso. Encontrar la puerta, tras tres cambios. Embarcar. E incluso esto último puede torcerse mucho si volamos con Vueling y convertirse en una desgracia si elegimos Ryanair.

¡Qué Dios reparta suerte!

26 mayo 2014

El refranero.

Siglos de historia, sabiduría popular, observación y experiencia nos dan la razón. Los refranes son la estocada final, irrebatibles, incontestables, ganadores.



No importa la opinión que tengamos, siempre habrá uno que apoye nuestra teoría.
Dichos a medias, tienen mayor empaque aún. Quedan muchísimo mejor, más aplastantes, son el argumento definitivo. Que tu interlocutor conozca la parte final da mucha solidez a tu exposición; es como si te diera la victoria -o la razón, que para el caso, viene a ser lo mismo-.

Los utilizamos todos los días, miles de veces. Para dar consejos sobre el perdón, la venganza, la redención, la vida, el amor, el desengaño. Para la crítica constructiva, la destructiva o la puramente marujil. Para describir, discutir, opinar. Y para animarnos también, que el tiempo lo pone todo en su sitio y a todo cerdo le llega su San Martín.

Cada uno posee su abanico de refranes, sin embrago, y aunque en la variedad esté el gusto, casi todos venimos a hacer uso de los mismos. La lista, larga en apariencia, no incluye ninguno que no oigamos, digamos o pensemos, varias veces al día.
 1. A buen entendedor pocas palabras bastan.
 2. A caballo regalado no le mires el diente.
 3. A falta de pan, buenas son tortas.
 4. A la cama no te irás sin saber una cosa más.
 5. A la tercera va la vencida.
 6. A lo hecho, pecho.
 7. A palabras necias, oídos sordos.
 8. A quien madruga, Dios le ayuda.
 9. A río revuelto, ganancia de pescadores.
10. Afortunado en el juego, desafortunado en amores.
11. Agarrarse a un clavo ardiendo (A un clavo ardiendo se agarra el que se está hundiendo).
12. Agua pasada no mueve molino.
13. Al mal tiempo, buena cara.
14. Al perro flaco, todo se le vuelven pulgas.
15. Ande yo caliente ríase la gente.
16. Ante la duda, la más tetuda.
17. Arrieritos somos y en el camino nos encontraremos.
18. Aunque la mona se vista de seda -mona se queda-.
19. Blanco y en botella, leche.
20. Cada loco con su tema.
21. Calumnia, que algo queda.
22. Como éramos pocos, parió la abuela.
23. Consejos vendo y para mí no tengo.
24. Cree el ladrón que todos son de su condición.
25. Cría cuervos y te sacarán los ojos.
26. Cría fama y échate a dormir.
27. Cuando el río suena agua lleva.
28. Cuando las barbas del vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar.
29. De aquellos polvos, vienen estos lodos.
30. De donde no hay, no se puede sacar.
31. De tal palo, tal astilla.
32. Del dicho al hecho hay un buen trecho.
33. Después de la tempestad, viene la calma.
34. Dime con quién andas y te diré quién eres.
35. Dime de qué presumes y te diré de qué careces.
36. Dime de qué presumes y te diré de qué careces.
37. Donde fueres, haz lo que vieres.
38. Donde las dan las toman.
39. Donde las dan, las toman.
40. El hábito no hace al monje.
41. El perro del hortelano, ni come ni deja comer al amo.
42. El que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija.
43. El que algo quiere, algo le cuesta.
44. El que avisa no es traidor.
45. El que calla, otorga.
46. El que espera, desespera.
47. El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra.
48. El que la sigue, la consigue.
49. El que no llora, no mama.
50. El que no se consuela, es porque no quiere.
51. El que pega primero, pega dos veces.
52. El que quiera peces que se moje el culo.
53. El que ríe el último, ríe mejor.
54. El que se pica, ajos come.
55. El que siembra viento, cosecha tempestades.
56. En la variedad está el gusto.
57. En todas partes cuecen habas.
58. Hablando del rey de Roma, por la puerta asoma.
59. Hasta el 40 de mayo, no te quites el sayo.
60. Las prisas son malas consejeras.
61. Mal de muchos, consuelo de tontos.
62. Más sabe el diablo por viejo que por diablo.
63. Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer.
64. Más vale maña que fuerza.
65. Más vale pájaro en mano que ciento volando.
66. Más vale prevenir que curar.
67. Más vale tarde que nunca.
68. Mucho ruido y pocas nueces.
69. Ni tanto ni tan calvo.
70. No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy.
71. No es oro todo lo que reluce.
72. No es tan fiero el león como lo pintan.
73. No hay mal que por bien no venga.
74. No hay peor sordo que el que no quiere oír.
75. No por mucho madrugar amanece más temprano.
76. No quieres caldo, pues toma tres tazas.
77. No tires piedras contra tu propio tejado.
78. Nunca digas de este agua no beberé.
79. Nunca es tarde si la dicha es buena.
80. Nunca llueve a gusto de todos.
81. Ojos que no ven, corazón que no siente.
82. Pelillos a la mar.
83. Perro ladrador poco mordedor-.
84. Perro ladrador, poco mordedor.
85. Piensa mal y acertarás.
86. Que cada palo aguante su vela.
87. Quien bien te quiere, te hará llorar.
88. Rectificar es de sabios.
89. Resultó peor el remedio que la enfermedad.
90. Sarna con gusto no pica.
91. Ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.
92. Vísteme despacio que tengo prisa.

Hay que ver lo rica que es nuestra cultura, ¿eh?

22 mayo 2014

Las sandalias son para las tías.

Lo siento hombres del mundo, agobiados por ese calor sofocante en vuestras extremidades cubiertas y encerradas en sus zapatos, las sandalias* no son una opción para vosotros. Un pie sudado y atrapado en unos calcetines será siempre la alternativa correcta (la otra opción sería uno aireándose e igualmente pegajoso).

Verdad como un templo.

Soy consciente de lo difícil que resulta resistirse a la tentación, la oferta es tan amplia y variada en sus formas y colores. Pero no os dejéis embaucar, ignorad esos cantos de sirena provenientes de Arteixo, os llevarán irremediablemente a pique.
Os advierto también de su inteligencia y su tenacidad. No cejarán en su empeño, están tratando de manipularos, de convenceros con sucias ardides. Quieren que vayáis desnudando vuestros pies poco a poco, os acostumbréis a enseñar talón, empeine y uña para que terminéis cayendo en sus redes. Sed cautos, ante la duda, la respuesta es no. Un zapato de rejilla, uno trenzado, semi-cubierto, cangrejera… Todo son lo mismo, un augurio de sandalia.


El simple hecho de ponerse sandalias es una afronta; un guante lanzado a la cara de una sociedad estrecha y superficial que no es capaz de comprender que pasáis mucho calor, que no hay por qué estar incómodo y poco confortable, que no hay por qué someterse al yugo de los convencionalismos y las normas preestablecidas.
Pero esas reglas existen, están grabadas a fuego en nuestro consciente y subconsciente (incluso inconsciente vería yo a un tío en sandalias). Son inquebrantables. Son buenos modales, no tendencias. Y al igual que como usando los cubiertos y doy los buenos días en el ascensor, no uso el chándal para ir a la oficina y me afeito las piernas si las voy a enseñar.


Mi argumentación es fundamentalmente estética, casi óptica, y nada tiene que ver con la moda.
Desde un punto de vista clásico, me supone el mismo esfuerzo normalizar a un hombre con falda que a uno con sandalias. Es ropa de mujer (exceptuando el kilt y hace falta ser muy escocés), siempre lo ha sido y, de momento, siempre lo será.
Otro punto a considerar sería el propio pie. Normalmente peludo, lleno de callos de correr, uñas amoratadas de jugar a fútbol -y eso si están las veinte-, durezas que convierten plantas en suelas… Un panorama desolador.
La opción de un pie masculino sin ninguna de esas cosas me resulta sorprendente, por lo inusual, lo femenino, rozando la pedicura francesa. Muy raro.


Lamentablemente, mi mente es obtusa, terca. Yo no lo veo, las sandalias son cosa de mujeres.
Dicho lo cual, que cada uno se ponga lo que le reviente.



* Quedan fuera de consideración las chancletas que no tratan de ser más que unas tiras de goma para ir a la playa -y todos los usos adicionales fuera de la reivindicación fashion y la rebeldía estilística-.


19 mayo 2014

Los lunes.

El día denostado.
El feo de los 7.
El más largo de todos.
La vuelta a la dura rutina.
Amenaza con su llegada desde el domingo.
El primero de los cinco madrugones.
La última secuela de los pecados cometidos el fin de semana.
Tiene ojeras y nos hincha los párpados.
El lugar donde las resacas siguen encontrando un hueco.
Necesita grandes dosis de cafeína.
Nos espera con la bandeja de entrada llena.
La víctima de todo lo que dejamos pendiente el viernes.
El día que sólo nos gusta cuando termina.


Derrotarlo es difícil pero ¿acaso hay alguno lunes que nos haya vencido?


15 mayo 2014

12 mayo 2014

El Síndrome Pimpinela.

Hay algunas relaciones que son así, como el dueto argentino, una pura discusión de pareja prolongada en el tiempo hasta la n (y en este caso, n también tiende a infinito). Estos noviazgos sólo funcionan en el espacio entre la ruptura y reconciliación; véase también a punto de romper o arreglando las discrepancias. Existen únicamente en el limbo emocional del ni contigo ni sin ti.

http://www.pimpinela.net/discografia.php

A nivel personal, me parecen tremendamente destructivas.
Como confidente son agotadoras.
Como mera observadora, sólo puedo tararear la dichosa cancioncilla.
Hace dos años y un día que vivo sin él,
Hace dos años y un día que no lo he vuelto a ver,
Y aunque no he sido feliz aprendí a vivir sin su amor,
Pero al ir olvidando de pronto una noche volvió...

Un par de rupturas, los consiguientes reencuentros y ya eres una víctima más del Síndrome Pimpinela. Corolario, estás atrapado; nunca terminas de acabar ni vuelves definitivamente.
- ¿Quién es?
- Soy yo...
- ¿Qué vienes a buscar?
- A ti...
- Y es tarde...
- ¿Por qué?
- Porque ahora soy yo la que quiere estar sin ti...

Este asunto suele ser largo, muchos meses que se convertirán en años en un pestañeo. Sin saber cómo, te acostumbras a demoler y a que te destruyan, a construir sobre las ruinas y reparar las grietas. Y lo peor es que piensas que la felicidad en pareja consiste en esos momentos en los que no sufres y te dedicas a poner masilla en las juntas y repintar los desconchones.
- Adiós...
- Ayúdame...
- No hay nada más que hablar...
- Piensa en mí...
- Adiós...
- ¿Por qué?
- Porque ahora soy yo la que quiere estar sin ti...

Cuando te ves envuelto en esta vorágine sentimental, te va a costar mucho salir. Te vuelves un yonqui del ciclo sufrimiento-redención. Pierdes la perspectiva. Olvidas lo bien que te hace sentir la solidez, la confianza y la consistencia de una relación.
- Por eso vete, olvida mi nombre, mi cara, mi casa,
Y pega la vuelta
- Jamás te pude comprender...
- Vete, olvida mis ojos, mis manos, mis labios,
Que no te desean
- Estás mintiendo ya lo sé...
- Vete, olvida que existo, que me conociste,
Y no te sorprendas, olvida de todo que tú para eso
Tienes experiencia...

Como toda adicción, cuesta ponerle fin. A pesar del tiempo y el espacio, siempre podemos recaer -como tienen a bien cantarnos los agoreros de Pimpinela-.
En busca de emociones un día marché
De un mundo de sensaciones que no encontré,
Y al descubrir que era todo una gran fantasía volví,
Porque entendí que quería las cosas que viven en ti...


Di NO a estas relaciones. Mantente limpio. Sé feliz.


08 mayo 2014

IKEA PS 2014.

Queridos Reyes Suecos,

Este año he sido muy buena, he hecho los deberes, he ordenado mi habitación, he sido obediente y no me he peleado con mis hermanas (sé cómo funciona el asunto de la magia así que daremos por ciertas mis observaciones).
Para compensarme por tanto esfuerzo, quiero que me traigáis los siguientes presentes:

- Estante para pared. 49,99€

-Módulo de almacenaje (el número de unidades lo dejo a elección de Sus Majestades del Norte). 25€

- Riel de pared con todos sus complementos. 10€+5€+8€+5€+8€…

 - Armario de esquina. 79€

- Secreter. 189€

- Armario. 149€

- Mesa.199€

La lista no es de deseos, son todas las cosas que creo que me merezco. He vuelto a ser una bellísima persona y he hecho la criba por S.S.M.M., dejando fuera cosas ideales que sigo queriendo pero no me queda espacio libre si pretendo seguir caminando sobre suelo y no sobre mobiliario.
Las nombraré para dejar constancia de lo duro de mis renuncias. La Decisión de Lolie.

- Mesa y banco plegables. 99€+59€ 


- Banco.99€ 


- Sillón esquinero. No disponible sitio en casa ni precio.

Gracias IKEA por todo lo bueno que nos das (aunque todavía no esté en tienda). Amén.

04 mayo 2014

Un día dedicado.

Porque nuestro cuerpo nunca volverá a ser el que fue.
Por las noches sin dormir.
Por aprender a hacer puré de cualquier sabor y textura.
Por dividirnos.
Por esa parte de nuestra mente que sólo piensa en ellos.
Por salir a la calle preparadas para todo.
Por inventarnos juegos.
Porque reducimos e intensificamos nuestras jornadas laborales.
Por los madrugones.
Por esos interminables días de lluvia.
Porque nos cuesta encontrar tiempo para ser nosotras.
Por multiplicarnos.
Porque ahora cantamos.
Porque su felicidad nos da la vida.
Por las horas de parque.
Porque nos atrevemos a repetir experiencia.



Por todo, ¡feliz día!


01 mayo 2014

Dilema festivo.

Fin de semana libre, día festivo: ¿descansar o aprovechar el día? Siempre la misma encrucijada.



Me gustaría dormir hasta la puta hora, amanecer cuando me lo pida el cuerpo y la luz me impida conciliar el sueño, desayunar tranquilamente, tarde y bien, vaguear un rato, leer tirada en el sofá con una mantita, estar en pijama, ver una película, echarme una siesta. No hacer nada sin aburrirme, cargar las pilas, desconectar, descansar.

Me encantaría levantarme temprano, desayunar bien y tranquilamente, arreglarme y salir a la calle, dar un paseo, tomar el aperitivo con los amigos, comer fuera, un café al aire libre, un cine, una vuelta, una cerveza en una terraza y llegar a casa agotada y con la sensación de que el día ha cundido muchísimo.

Me apetecería disfrutar de la tarde-noche previa, tomar unas cañas al salir de la oficina, enlazar una con la siguiente hasta que sea demasiado tarde para una retirada a tiempo, que tus colegas improvisen contigo, que se sumen vinos, gin-tonics y birras, tomar unos pintxos (empieza a ser necesario hacer algo de masa para no acabar perjudicado) y que la noche te sorprenda en la calle, echando unas risas y algo más tajado de lo que esperabas. El problema es que el día siguiente ni siquiera tendrá la calificación de jornada de descanso, será una de resaca –grado variable-, sueño espantoso y hambre canina.

Se me ocurre una cuarta opción, que es una pereza siempre. Consiste en hacer todos esos recados que han pasado a ser entre muy urgentes y vitales pero que se quedan pendientes durante la semana por falta de tiempo y ganas. Hacer la compra justo antes de tener que comer la escarcha de la nevera, ir al zapatero para dejar de oír ese grimoso sonido metálico a cada paso, pasarse por Correos (lo peor del universo recadero), comprar bombillas porque vas a acabar usando las velas de cumpleaños para alumbrar tu hogar, ir a por la crema que necesitas desde hace un mes ya que has agotado todas las muestras de cualquier marca, pasarse por Nespresso a por café –aunque parezca una joyería- para dejar de reciclar cápsulas y tomarte un café decente. Aprovechar el día desaprovechando el ocio.


Cualquier elección me deja incompleta, insatisfecha. Elegiría todas (la cuarta estaría hecha desde hace mucho tiempo y no necesitaría adquirir ningún producto) pero son excluyentes. Tiraré una moneda al aire y que el azar decida por mí.