22 diciembre 2014

Navidad con destellos.

Llegan las fiestas, nos hartaremos de comer, de beber, de familia, de regalar, de envolver y de festejar en general. Acabaremos hasta el gorro de todo eso, sí, pero las Navidades son el único momento del año en el que podemos dar rienda suelta a todos los brillos de nuestro armario sin temor.

La ocasión perfecta para sacar, al fin, esa prenda que nos compramos hipnotizadas por sus preciosos destellos pero que nunca conseguimos ponernos. Básicamente, porque carecen de sentido, son imposibles para bodas, bautizos, comuniones, ir a cenar o salir de copas. Ideales, pero como no nos inviten a fiestas súper arregladas, cócteles, inauguraciones o estrenos, van a seguir con la etiqueta puesta hasta el fin de nuestras ganas de dorado.

Aprovechemos estas fechas para dejar de preguntarnos a dónde nos creemos que vamos con unos shorts de lentejuelas. Aparquemos nuestros prejuicios sobre las pintas que llevamos. ¡Brillemos todas como burbujas Freixenet!


Aquí os dejo mis centelleantes, brillantes, dorados, plateados, de lamé, con lentejuelas y pedrería hallazgos en H&M.

Pantalones
Con un jersey de punto negro oversize, me lo pongo hasta un martes de febrero (bueno, el primero no me atrevo).



Faldas
Podemos darles otra oportunidad en la típica boda de compromiso a la que no nos apetece demasiado ir ni gastarnos la pasta. Aunque yo ya tengo la multicolor y me la puse en una boda a la que me apetecía mucho ir.



Vestidos y monos
Tiene que ser un evento a la altura de tanto brillo o daremos el cante (imposible no vernos). Ojalá necesitase ir así.



Crop tops
Si el talle y la calefacción están suficientemente altos, podemos lanzarnos con un crop top de lentejuelas.



Minifaldas
Sólo con media negra tupida. Si queremos que se vea la pierna, esperaremos pacientemente la llegada del verano, con una camiseta blanca de algodón y unas sandalias planas tienen muchas posibilidades de salir de nuevo a la calle.



Shorts
Un toque Rocky Balboa para salir de la esquina izquierda del cuadrilátero a lucirse al centro de la fiesta.



Chaquetas
Con unos vaqueros todo tiene una segunda vida. No sabría decir cuál pero todo es intentarlo.



Abrigos
No ha sido fácil encontrar abrigos que deslumbren. De hecho, creo que el brillo que desprende el peluche azul es de puro malo y sintético.



Sudaderas
Parece que H&M se ha inspirado en la Martirio “con el chándal y los tacones, arreglada pero informal”. A mí me ha encantado la idea.



Que pasen ustedes unas felices y deslumbrantes fiestas.

18 diciembre 2014

La venganza de nuestros padres.

Y, al final, nuestros padres pudieron vengarse de nosotros.

Por los mensajes repetidos hasta la saciedad, y muchísimo más allá.
Por no claudicar cuando su única recompensa era la ilusión de un cambio futuro.
Por las horas de sueño perdidas para siempre.
Por los castigos impuestos y cumplidos sin rendirse en el camino.
Por las infinitas ganas de querer pegarnos un berrido y reprimirse.
Por enseñarnos el valor del esfuerzo.
Porque las cosas se piden por favor y sin llorar.
Por sentirse horribles personas cuando tocaba ser estrictos.
Por su perseverancia cuando nada parecía cuajar en nuestras cabecitas.
Por las luchas con la comida para que ahora disfrutemos con la verdura.
Por todos los “¡Porque lo digo yo y punto!”.
Por tratar de hacernos mejores personas.
Por inculcarnos, a base de sudor -suyo- y lágrimas -nuestras-, el pundonor.
Por perdonar nuestros fracasos.
Por darnos aliento.
Por hacerlo lo mejor posible, aunque fuéramos incapaces de apreciarlo.
Por querernos incluso cuando menos lo merecíamos.

Y, pasados muchos años, todo cobra sentido para nosotros. Ahora, admiramos, sin contemplaciones y rendidos ante la evidencia, su trabajo como padres. Se ha cerrado el círculo, nuestra progenitura nos ha abierto totalmente los ojos y podemos ver que ser padre es una tarea harto complicada.


Pero la comprensión no es suficiente lección; la vida siempre tiene una mejor y mucho más divertida. Nuestros hijos serán iguales que nosotros, con todos nuestros cansinos defectos infantiles.

Ésa será su venganza. Y nuestro castigo.



15 diciembre 2014

Evitando el supermercado.

Cada vez apuro más el tiempo entre visitas al supermercado. Necesitaría acudir con la misma frecuencia de siempre pero es superior a mis fuerzas. Me da una pereza espantosa, a veces, preferiría comer la escarcha de la nevera. Y como voy posponiendo para la semana que viene, que creo con lo que tengo saco una cena para el niño, sólo consigo empeorar el asunto. Ha pasado tanto tiempo desde mi última visita que me hace falta de todo, mi lista de la compra es infinita. Un círculo vicioso del que no soy capaz de salir.


Como la supervivencia agudiza el ingenio, he ido depurando mi técnica y mis recursos han aumentado a la par que mi desidia. Cuento ya con una buena serie de artimañas para postergar la compra sin acabar con escorbuto.

  • Me abastezco como si se avecinara un tornado. Conozco la fecha de caducidad aproximada de todos los productos "frescos". No pillo nada que no dure, por lo menos, 3 semanas. Sé que las natillas aguantan 15 días más que el yogur natural y los huevos más de un mes (no sé por qué siempre he pensado que su vida era de 5 días o salmonelosis).
  • Compro leche y papel higiénico para una familia con 10 hijos, sé que nunca me quedaré sin mercancía tan imprescindible.
  • Tengo un fondo de congelador surtido (verduras, pizza, filetes, croquetas, lomo adobado, pechugas de pollo, puré de verduras, palitos de pescado) que me aporta mucha seguridad. Si la nevera está vacía, veremos qué se ofrece en el compartimento inferior. Si allí no encuentro una salida, voy fatal.
  • He interiozado fenomenalmente la diferencia entre fecha de consumo preferente y caducidad. Como el yogur sólo ha perdido alguna propiedad nutricional (en mi cabeza es una vitamina o algo de calcio, chuminadas), lo que comenzó siendo algún día de más frente al indicado en la tapa, ha terminado en más de un mes. Si no tiene moho, sabe normal y no huele raro, yo me la juego (aunque la olfativa no es una gran referencia para mí, sólo huelo para saber si algo está bueno así que no estoy acostumbrada y todo tiene un olor extraño, ¿no huele la leche mal siempre? Si siguiese ese criterio, siempre la tiraría por el fregadero). Con el peque no voy más allá de dos días, que me da mucho cargo de conciencia y me siento una madre horrible.
  • El puré de brick, es, junto con las cucarachas, lo único que sobreviviría a un holocausto nuclear. Siempre están en fecha, es una cosa… La despensa llena, son muy fáciles de organizar (y de paso echas un Tetris) y duran toda la vida; un comodín estupendo para comer verduras sin pasar por la tienda.
  • Imprescindible tener pasta, arroz y tomate. Un recurso fácil que nunca te deja tirada.
  • Cuando la cosa se pone muy fea, casa de mamá viene a ser como pasarse por Opencor. Pan de molde, pasta de dientes, unos yogures, jamón de york. Aunque nuestra nevera no esté aún en números rojos, un par de tuppers de comida casera son siempre una bendición.


Así que siempre voy al supermercado con la intención de no volver jamás.

11 diciembre 2014

Estadística lectora.

Andaba yo pensando en ideas para algún post (siempre son bienvenidas) y se me ha ocurrido que, para finales de año, iba a hacer uno sobre libros. Básicamente, mi balance lector del 2014. Así que, mientras los recopilaba, me ha entrado una duda existencial, ¿cuánto se lee? La incógnita ha surgido, obviamente, por puro afán comparativo, que es muy malo y muy feo y me llevará derechita al infierno.



Puestos a cometer el sacrilegio, hagámoslo bien. Así que me he ido a la web del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, apartado de Estadísticas (primera entrada en Google para “estadísticas lectura España”, que no se me habría ocurrido ni de coña). El caso es que parecía ir por el buen camino; ojeemos pues la Nota Resumen del Anuario de Estadísticas Culturales 2014; con ese nombre tan largo y profesional tiene que ser la reina de todas las fuentes de información. Pues resulta que no, es una auténtica basura de 11 páginas. Como único dato útil, sabemos que la tasa de lectores anuales asciende al 58,7%, sea lo que sea para el ministerio un lector anual.

Visto que no podré conformarme con esta birria de resumen, iré al origen: El Anuario con sus 353 páginas con datos fascinantes y súper actualizados con cifras del 2011… ¡Vaya mierda de estadísticas del 2014!
No sucumbo al desánimo, persisto en mi búsqueda entre centenares de tablas y, aunque nada consigue acercarme a lo que estoy buscando, ahora soy capaz de segregar mi desinformación por sexo, edad, estudios, comunidad autónoma, motivación…

He puesto algo de luz sobre el 58,7%; ahora sé que un lector es una persona que leyó libros en el último año... A pesar de mi empeño, no he logrado averiguar nada. Todo ha resultado inútil, infructuoso. El estudio cambia la muestra a trimestral y no puedo comparar el dichoso porcentaje con nada. Sólo sé que:
- El 34,9% de la población compró libros en un trimestre.
- El 48,2% del total de personas consiguieron libros en un trimestre (independientemente de qué forma los adquirieron).
Y esto es todo lo que hay. Un asco. Así no puede compararse una con nadie.


Total, que a falta de unas semanas para cerrar el ejercicio lector, y sin contar los 3 ó 4 ejemplares que se encuentran en poder de mi madre y Hermana que me impiden hacer el promedio en condiciones (volveré a por ellos, que lo sepáis),mi estadística lectora del 2014 es la siguiente:
  • 37 libros.
  • 17,4 kilos.
  • 93 centímetros.
  • 3 tomos al mes.
  • 348 gramos semanales.
  • 7,75 centímetros mensuales.


Y sigo sin saber si leo por uno o por 5 habitantes.

09 diciembre 2014

DIY navideño.

Este puente ha sido largo (tres domingos seguidos) y lluvioso. Tanto tiempo en casa que he terminado fisgando DIY navideños en Pinterest. Ésos tan sencillos, rápidos y con unos resultados espectaculares. Y lo he vuelto a hacer, me he lanzado.


Imbuida por el espíritu de las Navidades futuras y unas ganas de sentirme creativa a la par que habilidosa, me he puesto a envolver regalos. En realidad, a hacer que empaqueto porque no tengo nada comprado todavía. Pero eso no ha sido un impedimento. Tampoco lo han sido que sean necesarios papel de estraza, periódicos viejos y cordel y que yo sólo disponga de folios de colores de IKEA y de un par de revistas. Hoy Yourself no podría conmigo. Hoy yo sería Yourself (sería Myself, para entendernos).

Me he pasado todo el día recortando, doblando, pegando, cosiendo. He hecho pruebas con hilo, betún, sellos, rotulador, plastidecor. He arrancado hojas de mis plantas de plástico (el verde queda genial, lo he visto en Pinterest). También he elegido estratégicamente cada uno de los objetos a envolver, siempre con forma rectangular y con el tamaño adecuado a mis recursos de papelería. Finalmente, han sido tres libros, un DVD, un CD, una caja de Nespresso recortada (entera no cabía) y otra de lápices. Y sólo me ha llevado la jornada completa y dolor de espalda.

Una vez terminado el trabajo, llega el momento culminante de todo DIY: la foto. Aquí también me he venido arriba, aunque no no se note. He movido mesas, sillas, jarrones, plantas, alfombras, lámparas y todos los objetos decorativos de la casa. He elegido el fondo, la mesa, los complementos, la luz (bueno, he movido un flexo), el encuadre, la colocación, los filtros. Y he tirado cientos de fotos.

Y éste ha sido el resultado. Un quiero y no puedo en toda regla, basta con echar un vistazo a mis intenciones para darse de bruces con mi realidad. Con lo sencillo que parecía...







La conclusión de mi iniciativa DIY es que no merece la pena semejante frustración, ese abismo que separa la imagen mental de la cruda realidad.
Otro auténtico sinsentido es el esfuerzo. ¡Ni se os ocurra hilvanar el nombre de nadie en letras recortadas de una revista! Es un trabajo que nadie apreciará nunca lo suficiente (yo no lo haría, desde luego).
Mejor el papel de regalo normal y corriente y dedicamos el día de lluvia a hacer punto de cruz y escondemos nuestra obra en un cajón.


04 diciembre 2014

01 diciembre 2014

Otro año de ausencia.

Para las Anas de su vida.


Ana, su hija. Su apoyo, su energía, su fuerza, su valor. Todos sus motivos fueron Ana.

Ana, su madre. Demasiadas despedidas para una vida, ella fue su último adiós.

Ana, su hermana. Un reencuentro tardío las unió para siempre y pudieron quererse como nunca supieron. Ana, su hermana, que era la mediana.

Ana, su primera sobrina, su preferida, la madrina de su hija Ana.


Para ellas y para todos los que te quisimos, hoy es un día triste.