27 noviembre 2014

El negociador.

Mi vida se ha vuelto un mercadillo. Me paso el día regateando, negociando, rebajando y discutiendo cualquier cosa. Estamos en una fase en la que nuestra existencia es un trato, todo tiene un precio y resulta que pongo uno demasiado alto.



- El número de cucharadas de puré que se tiene que tomar antes de zanjar la cena. Suele girar en torno a tres, aunque alguna vez me ha sorprendido diciendo doce. Y yo pensando que me había salido el negocio redondo -risa interior de felicidad suprema- y que con una docena acabaría el plato seguro. Pero no, es un tipo pequeño y astuto y me ha hecho un timo de la estampita en toda regla. Y yo, el primo como una campeona.

- El baño. Independientemente del tiempo que lleve a remojo, siempre habrá una última cosa que podría haber hecho, un trago más de agua, otra pompa de jabón, una aguadilla o simplemente prolongar el chapoteo. ¡Hagan juego señores! ¿Cuánto tardaremos en salir?

- La polémica de los cuentos antes de dormir. El desencuentro gira en torno a la longitud del relato, si elegiremos uno largo (él) o uno cortito (yo) y, en este último caso, si leeremos uno (yo) o dos (él). Teo me parece el máximo de páginas que estoy dispuesta a tolerar, llego a la 13 hasta las narices del parque acuático, la montaña, la playa, el tren, los abuelos, los primos y la madre que parió al protagonista.

- El ganador de las carreras. Es una decisión que se toma de antemano, previa discusión. Dependiendo de las ganas que tengamos de educar el asunto de perder, porque el niño no trabaja segundos puestos sin autorización expresa previa, dedicaremos más energía al intercambio de posturas. En cualquier caso, en la línea de salida ya tiene claro que él será el vencedor, salvo alguna pequeña concesión para mantener vivo el entusiasmo del contrincante.

- El i-Pad. El último vídeo no existe, es una farsa, una estrategia que debieron enseñarle en el campamento de regateo gitano al que acude en secreto desde que nació. Es un grandísimo negociador en estas lides, rapiñará hasta el último segundo de imágenes. Y siempre te queda esa sensación de que, aunque le hayas apretado las tuercas, te ha dado el palo.

- Lavarse los dientes, vestirse, ponerse los zapatos. Cualquier actividad que sea capaz de hacer solo pero le dé pereza será negociable. Y si es por las mañanas en días escolares, él tiene la sartén por el mango y lo sabe. Usará toda clase de tretas, subterfugios y artimañas. Llorará, se enfadará, correrá en pelotas por la casa, pedirá abrazos, segundas oportunidades. Recurrirá al más vil de los chantajes para lograr su objetivo, que lo haga la menda. Y si a las 8.30 no estamos saliendo por la puerta, es harto probable que así sea…



Son necesarios mucho temple y la mente fría y calculadora para sellar tratos de semejante envergadura. Un mal día y has firmado un contrato basura que te compromete de por vida. Así que estoy valorando redactar un convenio semestral que estipule los términos y condiciones de nuestra relación materno-filial. Porque me parece que, con tanto mercadeo, siempre pierdo, aunque todavía no tengo claro qué.

24 noviembre 2014

Los guapos de antes.

Ni Leonardo, Ashton, Orlando o Justin. Muchos menos Cristiano. Ni siquiera Jude, George, Hugh, Tom. Ninguno de ellos está a la altura de los guapos de antes.


Aquellos galanes con un punto rufián, viriles y con clase. Igual de atractivos en vaqueros que de esmoquin. Enamoraron a nuestras abuelas, lo consiguieron también con nuestras madres y su sonrisa canalla llegó hasta nosotras. ¡Ésos sí que eran tíos guapos!


Algo ha debido pasar por el camino y, sin saber cómo, nos han dado el cambiazo. Un timo en toda regla.
Los tipos que nos venden ahora son unos cursis con pendientes de brillantes, cuerpos machacados en el gimnasio, cejas depiladas y muy poca gracia. Tan preocupados por su belleza que han perdido todo el encanto. Redichos, repeinados, metrosexuales y sosos.
Parece que ahora el atractivo reside en la fama y los músculos en lugar de en la mirada. Y por eso no cuela.



Yo me quedo con Paul y los de su quinta.

20 noviembre 2014

Carpe diem.

Una de las grandes enseñanzas que dejan los procesos difíciles, los duros de verdad, es aprovechar el momento. Suena a filosofía trillada, a coaching barato, a consejo facilón de crecimiento personal. Sin embargo, es cierto. Aunque, lamentablemente, sólo podrás sentirlo después de la gran hostia. Se aprende por el camino duro…



En medio de la tormenta, echas la vista atrás, justo antes del día D a la hora H, y te das cuenta de lo sencillo que resultaba todo entonces. Y ves lo ignorante que eras, no supiste concederle el valor que tenía. ¿Cómo pudiste dejar escapar ese día como si fuese uno más? Te arrepientes.

Esa mirada al pasado, con las vivencias presentes como referencia, lo cambia todo. Tu perspectiva se amplía y se iluminan rincones ocultos, vacíos. Ves donde antes no había y aprendes a disfrutar de los momentos en los que no sucede nada, de la vida pasando sin sobresaltos, disgustos, dolor, pena.


Te han enseñado el lado oscuro y tú te aferras a la luz, al clavo ardiendo. Ahora eres hiperconsciente de lo bueno, sabes su precio y su fragilidad. Temes que pase desapercibido de nuevo.


17 noviembre 2014

Día caniche.


Estás insoportable, lo sabes y todos lo notan. De hecho, ni siquiera te caes bien.
Eres malhumor y enfado, hostilidad en general.
Tienes el ceño tan fruncido que tus cejas se juntan en una sola.
No te apetece la gente pero quedarte a solas es una pésima opción, eres la peor compañía.
Ladras, gruñes y, con suerte, emites algún monosílabo.
Estás pelona, buscando el encontronazo.
Nada te parece bien y te frustras y ofuscas continuamente.
Perjuras constantemente y en voz alta.
Mejor que no se crucen en tu camino, cosa bastante improbable ya que nadie quiere estar contigo.
Respondes mal y eso sólo acrecienta la sensación de malestar general, la culpa nunca ha aliviado nada.
Elucubras venganzas.
Cualquier motivo es válido para cabrearte más todavía.
No haces nada a derechas, no das pie con bola. El día se tuerce por momentos. Se te quedará colgado el ordenador, perderás un documento, no guardarás los cambios, olvidarás algo importante.
Emites malas vibraciones.
Necesitas una cabeza de turco, alguien que te ayude a liberar tanta mala leche.
Ya eres mayor y no puedes morder pero lo harías con agrado.
Sueltas más tacos que palabras.
Es el momento perfecto para regodearte en tus miserias.


Un día caniche no cambia de rumbo, sólo se pasará mañana. Así que vete a la cama lo antes posible y deja descansar a los demás, que están de ti hasta el gorro.


13 noviembre 2014

¡Siempre me toca a mí!

Hay tareas que, por muchos habitantes que tenga la casa, parecen recaer indefectiblemente sobre nuestros hombros. Lo curioso es que todos coincidimos en ese punto, será porque son una pereza y sólo nos quedamos con la parte afectada, yo.


Lista de cosas

- Todo lo relacionado con la basura: cambiar la bolsa, tirarla, reciclar el vidrio.
- Sustituir el rollo de papel higiénico.
- Lavar el cuchillo bueno, el único que corta bien de toda la cubertería.
- Limpiar la cafetera.
- Cambiar al niño.
- Hacer la cama.
- Llenar la jarra de agua.
- Coger un tubo de pasta de dientes nuevo.
- Llamar al técnico de la caldera.
- Sacar al perro.
- Vaciar las cápsulas de la Nespresso y cargar el depósito de agua.
- Abrir una nueva botella o cartón de leche.
- Comprar los regalos de Navidad.
- La revisión del pediatra o el veterinario.
- Meter en la nevera zumo, cerveza, Coca-Cola, lo que sea que te guste tomar frío.
- Sacar las cosas limpias del lavaplatos.
- Poner la mesa.
- Hacer el café en la oficina.
- Ir a por el pan.
- Fregar la tabla de cortar.
- Reponer los avíos del cuarto de baño: gel, champú, bastoncillos de oreja, algodón, desmaquillador de ojos.
- Pasarse por Correos.


¡Todo lo tengo que hacer yo! A ver si mi niño empieza a responsabilizarse de temas y queda con los de Naturgas que toca revisión en breve.


10 noviembre 2014

Planes con niños.

Mi hermAna no para, es una fuente constante de ideas y proyectos. Necesita dar rienda suelta a su creatividad infinita y, para lograrlo, requiere cómplices. Al final, Hermana o yo sucumbimos siempre a sus cantos de sirena y metidas en algún embolado. El problema es que todavía no ha encontrado ninguno que la haga millonaria, sólo le vienen a la mente cosas altruistas: un blog diario chulísimo de decoración con Hermana que tuvieron que dejar por falta de tiempo, otro de cuentos infantiles con dos amigas en la que ella hace las ilustraciones. Lo más cerca que ha estado del dinero fue cuando, junto con unas amigas y Hermana, montaron una pop up store con la que consiguieron no palmar pasta.


Ahora me ha pedido que le eche un cable. Y yo he tardado un segundo en aceptar su oferta, por supuesto. Así que nos hemos puesto manos a la obra con una idea genial y gratuita.

Tras recopilar muchísimos planes que ha hecho con sus hijos, decidió que quería hacerlo circular. Y no valía una versión cutre, la típica lista de Word de andar por casa. Mejor algo bonito, con un punto de diseño, que lleve tiempo y trabajo pero de uso sencillo y práctico. Con mis conocimientos de Excel, su buen gusto y nuestras experiencias como madres, hemos creado una tabla genial con planes para hacer con niños en Bilbao. Todavía estamos dándole algunas vueltas a las categorías definitivas, buscando ideas nuevas, pidiendo opiniones pero el proyecto está lo suficientemente avanzado como para poder compartirlo.



Esta tabla es un proyecto que busca crecer y ampliarse. Nos encantaría que cada uno aportase su granito de arena con un plan que haya hecho y nosotras desconocemos. Si lo compartimos, esta idea se hará grande y todos la disfrutaremos.
Hemos bloqueado la base de datos para poder disponer siempre de la versión original y actualizada con todos los planes que se nos vayan ocurriendo. No somos piratas informáticos así que desprotegerla será tan sencillo como ponerle una clave… Pero ya os hemos contando por qué lo hacemos.
Cualquier sugerencia o plan será incluido y, ya que lo hacemos y compartimos porque queremos, esperamos que la hagáis circular y que compartáis con nosotras todos vuestros planes con niños dejando un comentario en este post.

Os dejamos los links a la tabla y el manual de instrucciones (por si alguien no sabe de Excel).


Y con esta visión nuestra de los negocios, así nos va…


06 noviembre 2014

Escandalizando.

Me pasa con Almodóvar y también con John Irving. Son tan alternativos, tan outsiders, tan rocambolescos contando historias que se han vuelto de lo más previsibles.


Quieren mostrarnos la realidad invisible a nuestra mirada burguesa y acomodada. Enseñarnos que existen otras maneras de vivir, diferentes a cualquier idea preconcebida en nuestras encorsetadas mentes. Demostrarnos que nos equivocamos, que todo tiene cabida. Cada uno es dueño de su vida y algunos valientes deciden existir a su manera, hasta el final, aunque no encajen en la sociedad, con sus familia, entre sus amigos. Hasta ahí, una gran lección.

El problema es que los tabús van cayendo. Renqueante, la sociedad ha conseguido avanzar. Y los escandalizadores van envejeciendo. Tratar la homosexualidad (o cualquier tendencia) ha dejado de ser una osadía para volverse en un tema de lo más común, casi banal. El mundo del cine y la literatura se ha quedado sin el comodín más provocador de todos los tiempos, el sexo. 

Así que nuestros transgresores se han quedado huérfanos. Ahora, la búsqueda del escándalo es mucho más costosa. El público ha normalizado tantas cosas que estos creadores se las ven y se las desean para conseguir que alguien se eche las manos a la cabeza, como hacían antaño. El resultado final es una auténtica parodia, rizar el rizo de lo absurdo, cayendo demasiadas veces en lo grotesco.
Su único objetivo es mantener su imagen de enfant terrible pero no parecen darse cuenta de que, con el paso de los años, ellos también se han quedado obsoletos. Su lenguaje, su insurrección y su rebeldía no son más que una pose. Sus historias de ahora son de pacotilla.


El timo de Almodóvar.
- Pedro, contigo llegó el escándalo. ¿De dónde sacas la inspiración?
- Es que mi entorno es así. ¡La vida es así!
- Pero antes sólo había gays y algún transexual, ¿no?
- Esto también estaba pero la sociedad no quería verlo. No era lo suficientemente madura.
- ¿Por eso nos lo cuentas en tus últimas películas?
- Sí, hasta ahora no quería desvelar toda la verdad. Sabía que no estabais preparados aún.
- Así que tu ambiente ochentero no lo formaban homosexuales condenados en la era post-franquista y católica como nos has contado hasta ahora sino que en realidad son monjas que se preñan de transexuales con SIDA., ¿es eso?
- Sí.
- Anda ya, Pedro.
-Te lo juro por la Virgen de Regla.
- Vete yendo para casa que se te ha hecho tarde.


El quedo de Mr. Irving.
- John, en su última novela trata usted la marginación de los bisexuales.
- Efectivamente. Se luchaba por los derechos de los homosexuales pero ellos ignoraban y despreciaban la bisexualidad.
- Toda una paradoja…
- Que la gente desconoce hoy en día y había que mostrar también.
- Sin embargo, no prescinde de su temática habitual.
- Claro, el sexo está en todas partes. No se puede contar nada sin hablar de sexo.
- Y tenemos también la sempiterna atracción de sus jóvenes protagonistas por mujeres mayores.
- Sí, es algo que siempre he sentido. Lo conozco y escribo sobre ello.
- Pero aquí nada es lo que parece. La atractiva mujer madura resultaba ser un transexual. ¡Todo un golpe de efecto!
- Me gusta hacer pensar al lector. Provocar reacciones. Que experimente sensaciones nuevas. Ver hasta dónde puede llegar.
- John, nos está usted contando lo mismo de siempre pero con pitilín.
- Ya.
- Pues no ha colado.


Me resulta más transgresor mi hijo de cuatro años diciendo “¡Teta!” que estos dos viejos haciéndose los vividos.


03 noviembre 2014

Domingos.

El domingo no me convence. Es, después del lunes, mi día menos favorito de la semana.


Es perezoso, largo, de pijama, comidas pesadas y siesta; nunca termina de arrancar del todo. La ciudad está vacía, como si siempre hiciese demasiado frío o demasiado calor.


Si sales temprano, te encuentras en mitad del desierto, con la calles sin poner todavía. No hay tráfico, no hay gente y reina el extraño sonido a ciudad deshabitada, insólitamente silenciosa. Y en domingo, las 7:00 son igual de madrugadoras que las 11:00.

El cambio empieza a producirse bien entrado el mediodía. Seres humanos van saliendo de sus portales con cuentagotas y repoblando el afortunado parque o plaza. El barrio suena al fin.
La cota máxima de densidad demográfica callejera se alcanza durante el aperitivo, un par de horas en las que no te sentirás el único morador del planeta. Pero es un espejismo breve. A la hora de comer -nunca más allá de las 15:00-, vuelve el toque de queda y todos regresamos obedientes a nuestras madrigueras. La ciudad vuelve a su estado original, casi vegetal.

Las tardes presentan el mismo panorama desolador. Algún transeúnte desperdigado aquí y allá, ignorante de la niebla ácida del séptimo día que se cierne sobre la villa. Como si de una película apocalíptica se tratase, sólo las necesidades más básicas nos harán abandonar la seguridad de nuestros hogares: una visita a la farmacia a por Dalsy o al Opencor a comprar leche y café para el desayuno.

Lo peor es que entre las cuatro paredes de nuestras casas, el plan es también una pereza. Es una jornada interminable, tediosa, con niños aburridos y adultos amodorrados, todos enfurruñados. Saldríamos a despejarnos si no fuese porque podríamos desintegrarnos al poner un pie en la calle.


El domingo se nota en el organismo, no terminamos de estar a gusto en ningún sitio. A lo mejor es porque el lunes se cierne sobre nuestras cabezas…