01 mayo 2014

Dilema festivo.

Fin de semana libre, día festivo: ¿descansar o aprovechar el día? Siempre la misma encrucijada.



Me gustaría dormir hasta la puta hora, amanecer cuando me lo pida el cuerpo y la luz me impida conciliar el sueño, desayunar tranquilamente, tarde y bien, vaguear un rato, leer tirada en el sofá con una mantita, estar en pijama, ver una película, echarme una siesta. No hacer nada sin aburrirme, cargar las pilas, desconectar, descansar.

Me encantaría levantarme temprano, desayunar bien y tranquilamente, arreglarme y salir a la calle, dar un paseo, tomar el aperitivo con los amigos, comer fuera, un café al aire libre, un cine, una vuelta, una cerveza en una terraza y llegar a casa agotada y con la sensación de que el día ha cundido muchísimo.

Me apetecería disfrutar de la tarde-noche previa, tomar unas cañas al salir de la oficina, enlazar una con la siguiente hasta que sea demasiado tarde para una retirada a tiempo, que tus colegas improvisen contigo, que se sumen vinos, gin-tonics y birras, tomar unos pintxos (empieza a ser necesario hacer algo de masa para no acabar perjudicado) y que la noche te sorprenda en la calle, echando unas risas y algo más tajado de lo que esperabas. El problema es que el día siguiente ni siquiera tendrá la calificación de jornada de descanso, será una de resaca –grado variable-, sueño espantoso y hambre canina.

Se me ocurre una cuarta opción, que es una pereza siempre. Consiste en hacer todos esos recados que han pasado a ser entre muy urgentes y vitales pero que se quedan pendientes durante la semana por falta de tiempo y ganas. Hacer la compra justo antes de tener que comer la escarcha de la nevera, ir al zapatero para dejar de oír ese grimoso sonido metálico a cada paso, pasarse por Correos (lo peor del universo recadero), comprar bombillas porque vas a acabar usando las velas de cumpleaños para alumbrar tu hogar, ir a por la crema que necesitas desde hace un mes ya que has agotado todas las muestras de cualquier marca, pasarse por Nespresso a por café –aunque parezca una joyería- para dejar de reciclar cápsulas y tomarte un café decente. Aprovechar el día desaprovechando el ocio.


Cualquier elección me deja incompleta, insatisfecha. Elegiría todas (la cuarta estaría hecha desde hace mucho tiempo y no necesitaría adquirir ningún producto) pero son excluyentes. Tiraré una moneda al aire y que el azar decida por mí.

3 comentarios:

  1. De toda la vida siempre me ha gustado la primera opción pero ahora con los niños imposible, especialmente lo de dormir hasta las tantas, como gusta dormir....J.

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    1. Y encima se te cambian los horarios y a las 8.30 estás con los ojos como platos, aunque tengas la posibilidad de dormir hasta las 12.00. Putadas de la paternidad, J.

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  2. En la variedad está el gusto y lo sabes.

    Nada como ir combinando entre todas las posibilidades de vez en cuando para no llegar a aburrirte nunca de ninguna de ellas.

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