31 marzo 2014

Material de oficina.

Soy una devota de la papelería, fan total. Me encanta. Me apasiona. Me hace ilusión ir al armario del material, creo que con eso lo digo todo...


Por mi mesa, además de una pila infinita y creciente de papeles (que me hace entender un poco la teoría del universo del Sr. Hubble*), pululan grapadora, perforadora, tijeras, regla, celo, cola, post-it de varios tamaños e insuficiente colorido. Como si me dedicase a las manualidades, podría hacer gráficos de papel maché o informes collages.

Tengo el cubilete a reventar de accesorios para escribir, anotar, marcar o subrayar. De todas clases y colores. Cada uno tiene un propósito y los necesito todos. Rotuladores para las cosas importantes y portaminas para lo que es probable que necesite modificar. El rojo para corregir las faltas de ortografía y errores gramaticales o de puntuación. El azul para mis propias dudas al respecto. El verde cuando está revisado y OK. El subrayador amarillo para lo importante. El uso del naranja, el azul, el rosa o el verde fosforito es variable. Al final, tengo tal Cristo de apuntes, colores y marcas que tengo que poner leyenda a mis propias notas para recordar su significado.

Utilizo tanto los Post-it que han dejado de prestar su servicio. Tengo todo anotado en papelitos amarillos pegados por doquier para que no se traspapelen. La pantalla del ordenador, la pared, la agenda, todo está plagado de números de teléfono sin dueño, recados sin fecha y claves de algo. Y como son para apuntar las cosas importantes y/o urgentes, no me atrevo a tirar ninguno así que he reconstruido mi taco de Post-it utilizados. Algún día encontraré el valor para deshacerme de ellos.

Y hay algo que me parece lo máximo del material de oficina: los sellos. Cuando cojo el cestillo con todos noto un cosquilleo de emoción. Entonces tengo que elegir si es copia, borrador o confidencial, abrir la tinta, mojarlo y colocarlo cuidadosamente sobre el papel. Y soy un poco feliz.



Debe de ser una adicción, ¡no tengo suficiente con 5 tonos diferentes de fosforescente! Lo único que me consuela es saber que no estoy sola en esto, mi amiga O. comparte conmigo el vicio. Iremos juntas a terapia.



*Debate familiar por Whatsapp sobre el universo
Yo: ¿De quién es la teoría del universo infinito y creciente? ¿Hawking?
hermAna: Es mía...
hermAna: Empezó siendo una partícula microscópica. ¡Quién lo ha visto y quién lo ve!
Papá: De infinito nada. La expansión la formuló por primera vez Hubble.
Yo: ¡¿No es infinito?!
hermAna: Infinito... Lola, eres una cateta...
Papá: Si fuera infinito no se podría expandir.
Yo: De ahí que no la entendiera.
Yo: Entonces, ¿en mi mesa pasa lo de Hubble?
hermAna: Lo de tu mesa está también relacionado con la teoría del caos. O con el síndrome de Diógenes. Eres bastante basurillas y caótica...
Papá: Tu mesa no sé, el universo tiene un radio aprox de 14.000.000.000 años luz.
Mamá: La mesa será en segundos luz.
Hermana: Me voy a estudiar, soy una necia.

27 marzo 2014

¿Cómo me has encontrado?

La vida de bloggera principiante es un carrusel de emociones. Que si una visita y con ésta voy 5. Que si otro comentario y ya llevo dos. Que si me han leído desde Ucrania con un Linux utilizando Internet Explorer en lugar de la más habitual, y tan típicamente mejicana, combinación Safari-iPhone. Lo que os digo, muy emocionante todo…

Y entre tanta estadística, mi preferida es “Palabras clave de búsqueda” o por qué has llegado hasta mi puerta. Una auténtica caja de sorpresas. Puedes saber la combinación exacta de palabras que han puesto en su buscador para que aparezcas tú.

Lo evidente
Parece ser que me estás buscando y que, menos mal, me has encontrado. No llego a aparecer con esta búsqueda y hago una reclamación. Si me quieres leer, sólo espero que lo consigas.

Lo concreto
En algún momento he hablado de algo que te interesaba y, casualidad, es eso que ahora andas buscando y has llegado hasta mi blog. ¡Qué ilusión! Gracias Google por ese algoritmo tan chulo y secreto.

Lo curioso
Yo no sabía ni que pudieran tenerse esta clase de dudas. El caso es que, por este camino, te has dado una vuelta por aquí.

Lo sorprendente
Desconozco el vínculo que me une tan estrechamente con Manolo Escobar. Pero se repite. Y me da miedo.

Lo inesperado
Seguramente, la sorpresa se la va a llevar el alma de cántaro que termine en mi blog. Estoy convencida de que la persona que tecleó esta serie de palabras -tan concreta- tenía una idea bastante clara de lo que quería conseguir. Y estaba a años luz de aquí. El buscador no hizo un trabajo muy fino…

Esto me pasa por ser mal hablada y escribir, joder, coño y puta -es curioso porque cojones también lo escribo un montón de veces y no me da visitas-. Por opinar de shorts, que me ha dado mi primer comentario polémico y estoy encantada (os animo encarecidamente a discutir sobre este asunto, me hará mucha ilusión tener 2 visitas y un comentario más). Por hablar de los nudistas en la playa. Y por no sé qué misterio que me relaciona, reiteradamente, con búsquedas guarronas por Internet.


Pero es muy divertido esto de tener un blog.

24 marzo 2014

Emprender o My living jungle.

Emprender suena a grande, a inversión, a innovador, a préstamo, a banco. Palabras que asustan y transportan nuestra pequeña idea, directamente, de vuelta al cajón de cosas que nunca llevaremos a cabo.
Pero existe gente que, aún escuchándolas, sigue adelante. Decide que intentarlo merece la pena. Se atreven a dar el paso. Y esa persona puede ser alguien de tu entorno, alguien como la hermana de una amiga de tu hermana.

Ella se ha lanzado y ha montado My living jungle, una tienda on-line de cosas bonitísimas para niños y para sus cuartos.

Te organiza la habitación con cestos, estanterías y armaritos.





Tiene trofeos de caza infantil súper divertidos.



Cabeceros que no ocupan espacio, son de vinilo.



Cuadros, para enmarcar o pegar.



Relojes de pared. Nunca se me habría ocurrido poner uno, hasta ahora…



Yo ya estoy pensando dónde colocar todas las cosas que he fichado.


Espero que te vaya muy bien, My living jungle.

20 marzo 2014

Una historia y un final.



Érase una vez una chica. Tuvo una infancia y una adolescencia y, como eran otros tiempos, se casó joven. Disfrutó más de su juventud que de su matrimonio y, mientras vivía su libertad fuera del yugo paterno, empezó a conocer la independencia. Esa sensación recién estrenada, de sentirse dueña de su vida, la fue alejando de su esposo. Él se distanciaba también. Y en ese espacio vacío, que se agrandaba cada día, se enamoró. Esta vez sí supo que era amor, del que merece la pena, el sacrificio, y el dolor. Y recorrió el camino plagado de quédirán, de túnosabesloquehaces, de noestáshaciendolocorrecto. Lo anduvo hasta el final, hasta él.

La chica se transformó en mujer y su amante en su marido. Su relación fue una de tantas, con altos y bajos, épocas buenas y rachas horribles pero siempre compañeros, acompañados, dos.
Ella tuvo que pelear, que sobrevivir. Se puso enferma y le quitaron un pecho y luego el otro. Y aunque su vida volvió a su cauce, su autoestima, como su piel, quedó llena de profundas cicatrices.

Pasaron años, décadas, en mutua compañía. Habían creado un hogar y lo habían llenado de amigos, hermanos, sobrinos y perros. El tiempo transcurría apacible para ellos. A veces destellaba el amor de juventud; otras, las crisis de la madurez. Una relación larga, al fin y al cabo...

Las canas lo cubrían todo cuando ella se puso enferma de nuevo; esta vez no había solución. Era el final, él lo sabía y ella sólo podía intuirlo. Quedaban pocos meses y, como era un ser adorable, no le faltaron amor, cuidados o compañía. Sin embargo, algo la inquietaba más allá de su enfermedad. Primero fue sólo una sensación; ella pensó que él tenía miedo. Luego pequeños gestos, ¿por qué su amiga se acicalaba cuando iba a visitarla? Hasta que, ignorantes, se convencieron que desde su cama ella no podría sentir la traición.
Se equivocaron.
Ella sí lo supo.

17 marzo 2014

Primavera de plástico.

Me encanta una casa llena de flores y plantas. Decoran, dan color, un toque femenino –dependiendo de la flor que elijas-, llenan un espacio vacío, alegran rinconcitos sosos de tu casa.

El problema es que no valgo para la jardinería, soy un desastre. Me dedico a matarlas, todas, una detrás de otra. O me olvido de regalarlas y se secan y mueren, o lo hago con demasiado ahínco y las ahogo y mueren. Y una planta mustia es de lo más deprimente.
La solución para la gente como yo, recurrir a lo artificial, al plasticorro. Cada vez están más logradas, son más bonitas y más baratas. Para variar, IKEA cuenta con una amplia selección (y creciendo) de la que he echado mano para decorar mi casa.


Aquí van algunas de sus propuestas en decoración vegetal y floral de mentira.

Plantas: Hierbajo, arbusto o con flores.

Flores silvestres (con o sin maceta)


Para hacer un bonito ramo y llenar ese jarrón que siempre está vació.


Yo las he colocado por toda mi casa y en todas sus variantes.

En la cocina.

En la biblioteca.

En mi habitación.

En la mesa.

Puestos a tirar del plástico, he ido un paso más allá. ¡Tenemos mascota!


No hace falta cambiarle el agua, ni darle de comer, sólo cuerda de vez en cuando. Y decora un montón mi súper acuario.



Como siempre, gracias IKEA por todo lo buenos que nos das. Amén.

13 marzo 2014

Lenguaje de oficina.

Los jefes, compañeros de trabajo, clientes… son esa gente con la que pasas una gran parte de tu vida y que, sin embargo, no has elegido para que formen parte de ella. Tienes que convivir, enseñar, aprender, dar explicaciones y recibirlas pero no puedes vivir ninguna de esas cosas de manera natural. No puedes ser tú, o debe ser tu versión más light; tu yo laboral.


Hay que ser educado, fino, respetuoso, cordial, amable… aunque el camino no siempre sea fácil. Surgen roces, discusiones, momentos de estrés, nervios, presión y cuesta mantener el tipo para no soltar el improperio procedente. Para una persona malhablada como yo, no soltar ningún taco es un trabajo de lo más tedioso. Si pregunto “¡¿Qué coño haces?!”, exclamo “¡De qué cojones vas!” o digo tranquilamente “No tienes ni puta idea.” necesito grandes dosis de autocontrol.
Pero le voy pillando el tranquillo. Poco a poco y a base de meter la pata, estoy dando con un abanico de frases aptas para el entorno profesional.

De las primearas lecciones aprehendidas es que más vale hacerse el tonto a pasarse de listo. Si aplicamos esta regla a una conversación de oficina sería un “Creo que no me estoy explicando bien…” en vez de “¡¿Pero no me entiendes o qué?!”. Siempre queda mejor que la culpa sea del emisor del mensaje, aunque éste piense que su interlocutor no se empana.
Y cuando realmente te sientas imbécil, disimula. Procura que no se note demasiado que no tienes ni puta idea de lo que te están contando, apunta cual taquígrafa todas las palabras que salgan de la boca de tu jefe. Ya le darás sentido a ese asunto del que jamás en tu vida habías oído hablar… Aquí un “OK. Entiendo. Tomo nota.” es mucho más adecuado que el “¡¿Mande?!” que me corroe las entrañas.

Cuando toca discutir, he encontrado la palabra mágica: “Discrepo.” Me parece elegante, directa, respetuosa y contundente. Perfecta para un intercambio de opiniones laboral. Al de enfrente le costará estar a la altura de semejante derroche de educación y desacuerdo.

También hay que saber desenvolverse cuando sobrevuela un marrón y, lo que es peor, se requiere cabeza de turco. Imprescindible un “No me consta.”, “No he sido informado.” o “No me lo han comunicado.”. Todo muy zen, muy chill-out, justo al revés de lo que sientes.

Fundamental mantener la compostura cuando tienes que explicar cómo hacer algo. El primer error que cometemos es creernos súper didácticos, lo más de la enseñanza, Born to teach. Probablemente, nuestra explicación resulte desordenada, errática, carezca de lo básico y esté plagada de obviedades. Teniendo en consideración todo lo anterior, toca valorar por qué el resultado obtenido difiere ostensiblemente del esperado. A lo mejor nosotros tampoco hemos hecho bien nuestro trabajo y hemos transmitido una birria de mensaje. Trato de sembrarme la duda, para no clavarme grapas en la sien de pura impotencia…

Importante ser humilde. A veces, metemos la pata. Toca reconocerlo, disculparse y apechugar “Es cierto, me he equivocado. Lo lamento, no volverá a suceder.”. Es difícil, a nadie le gusta hacer las cosas mal pero es inevitable, forma parte del aprendizaje.

Y no olvidar jamás ser agradecido –que es de bien nacido-. No cuesta nada ser amable, decir “Muchas gracias.”. En un entorno con tanta tendencia a la hostilidad, una palabra afable y una sonrisa ayudan a sobrellevar la jornada. Y motivan mucho.

10 marzo 2014

Un finde.

Este fin de semana ha sido de los que cunden mucho. Sobre todo para el enano, ha sido una aventura detrás de otra.


Ha dormido en una litera, buceado en la bañera, cenado patatas fritas y trasnochado; jugado con palos, en la casita de madera y peleado contra un tendedero. Ha puesto comida a los pájaros en un comedero colgado de un árbol, visto una fila de orugas, mariposas y cogido flores. Ha ido de excursión, montado en un jeep y comido en un prado con una gorra de sindicalista. Ha conocido a un loro, dos perros y una niña. Se ha subido a un campanario, tocado la campana y avisado a toda la familia que ha subido también. Ha hecho carreras de coches, montado en bicicleta, bajado cuestas sin frenar y sin estamparse, jugado en los columpios, bajado mil veces por el tobogán y aprendido a trepar hasta lo alto de la cabaña. Ha dado vueltas de reconocimiento e investigado todos los sitios nuevos. No ha parado hasta caer rendido.



Él se lo ha pasado en grande y todos hemos disfrutado. Pero menos mal que también los hay aburridos, estoy KO.

06 marzo 2014

El timo de la baja por maternidad.

Después de parir tienes 16 semanas de baja.
Pensamiento del 100% de los jefes, el 99% de compañeros de trabajo (inclusive mujeres y madres) y el 50% de los padres (hasta que se caen del guindo) "¡Qué pasada! ¡Cuatro meses de vacaciones!".



Algunas aclaraciones al respecto:
 - Es un derecho, no un favor. No hay que pedir permiso, ni dar las gracias. Tampoco es un regalo de empresa, ni un premio.
- 16 semanas no son 4 meses, es bastante menos. Lo que ocurre es que tratas de sumar las vacaciones (de todo empleado), la lactancia (otro mínimo derecho), los días de asuntos propios (como tus compañeros) y cualquier cosa que se te ocurra del convenio (de toda la empresa) para que la cifra se incremente un poco. Porque 15 días en la vida de un bebé cuentan mucho. Y para una madre, más.
- Es un periodo muy corto, una mierda, un pestañeo espacio-temporal y estarás de vuelta delante del ordenador.
- No son unas vacaciones. Ni de lejos. Ni de coña. Jamás en tu vida estarás más cansada que durante la baja por maternidad.
- Si alguien puede estar un par de meses en casa por un tirón en la espalda, no sé a qué viene tanto escándalo cuando te acaba de salir una criatura de las entrañas (utilizando un camino harto doloroso).
- Es obvio que les sucede a muchas mujeres. También lo es que todas necesitan un tiempo para recomponerse físicamente (de ahí a ser la de antes, va un mundo. O dos.).
- Que existan madres que se incorporen antes a su puesto de trabajo (como elección o imposición), no nos obliga a las demás a hacer lo mismo. Y no somos vagas, ni hippies, ni veganas militantes de la liga de leche, ni defensoras acérrimas del colecho; simplemente queremos ser mamás de nuestros bebés mientras podamos.
- Podemos ser todo lo anterior y nadie tendría por qué juzgarnos.
- Igual que la gente que va resfriada a la oficina no me profesa admiración, tampoco lo hacen las mujeres que deciden volver al tajo al mes de parir. Si no les queda más remedio, entonces sí les dejaré mi hombro, eso es una auténtica putada.
- ¿A nadie se le ha ocurrido pensar que los niveles de productividad de una madre deben de estar muy por encima de la media? Si consigues sacar el mismo trabajo con el triple de preocupaciones, la mitad de sueño, el doble de cansancio y en menos tiempo (si tienes reducción de jornada), ¡eres un hacha!
 - Tus prioridades cambian, claro, no tu profesionalidad. Tenemos que llegar a estos niveles de obviedad...
- No hay por qué aguantar caras largas cuando te reincorpores. Te has ido porque has sido madre y ya has vuelto. Así es la vida, hace falta que nos reproduzcamos para crear futuros afiliados a la Seguridad Social.



No hay nada como tener descendencia para darse cuenta de la realidad que nos rodea. Es parir y ver que las vacaciones están en la oficina, un teléfono sonando es música para tus oídos comparado con un llanto interminable a las 3 de la mañana.

03 marzo 2014

Filosofía carcelaria facilona.

Hay películas que puedo ver mil veces. Es pillarla en la televisión y dejarla hasta el final, aunque sepa de sobra cómo termina, esté medio empezada o acabando y la viera hace un par de meses. No puedo evitarlo, si la dan, tengo que verla.


La última repetición ha sido Cadena Perpetua. Es la que encabeza mi lista de reposiciones. Me la sé de memoria pero, aún así, estoy deseando que suban a alquitranar el tejado y se beban las cervezas congeladas para sentirse hombres libres (terriblemente cursi, lo sé). Quiero ver otra vez todos los detalles de la fuga, lo listo que es el protagonista y cómo se las ingenia para agenciarse la pasta del pérfido alcaide. Necesito que Las Hermanas sodomitas sufran la venganza por ser tan malos malísimos.

Y además tenemos esas píldoras de filosofía vital, envueltas en consejos de supervivencia carcelaria, que salpican toda la película. Para salir de la mente de dos convictos, están cargadas de sabiduría.

Red Cadena Perpetua

Frase Red Cadena Perpetua

Frase Red Cadena Perpetua

Frase Red Cadena Perpetua




Andy Cadena Perpetua


Frase Andy Cadena Perpetua

Frase Andy Cadena Perpetua

Frase Andy Cadena Perpetua


Así que, por trigésimo novena vez, he vuelto a disfrutar de Tim y Morgan interpretando a dos presos buenos en una cárcel llena de hombres honrados de la que te puedes escapar agujereando la celda con un martillo de gemas y esconder el boquete tras el póster de una tía buena sin que te pillen.
Todo sale bien en esta película, supongo que por eso me encanta.