30 enero 2014

34.

Muchos para tener todo por hacer.
Pocos para que la vida no me depare sorpresas.

Pronto para todo lo que he vivido.
Tarde para empezar de cero.

Lejos de los 20, sin saber cómo.
Cerca de las 40 sin darme cuenta.
Al borde de los 35.

No me veo reflejada en lo que un día llamé “Señora de treinta y tantos”.
No tengo nada en común con una veinteañera.

Me resulta extraña la responsabilidad de ser cabeza de familia.
No me imagino bajo el ala de papá y mamá.

Ayer estaba en la universidad.
Ahora mi hijo lleva uniforme.
El tiempo se ha embalado y los años pasan por lustros: 20, 25, 30, 35…

Acabo de cumplir 34 palos. Se me hace raro ser tan mayor.


¡A celebrar por todo lo alto! ¡Quiero cumplir muchos más!


27 enero 2014

Parecidos.

Mi niño no se parece a mí, es de ésos que son clavados a su padre y que te hacen preguntarte cómo es posible haber estado gestando nueve meses, haciéndolo yo, dentro de mi cuerpo y se parezca al que está fuera esperando.


Nace, va creciendo y sus rasgos van tomando una forma que me saca, cada vez más, de la ecuación reproductora. Sé que todo responde a las leyes de la genética pero a mí me puede una lógica menos elaborada, si sale de mí, ¡¿cómo es posible que no sea igual que yo?!

Foto de hace tres años...

Nada en nuestro aspecto físico nos vincula, salvo mis peculiares orejas de gnomo, de elfo o de cualquier ser salido de la mente de Tolkien. Bueno, también está el empeño de mi Hermana en el gran parecido físico que les une, pero es que ella piensa que todos sus sobrinos son clavados a la tía... Me gustaría poder creer, por eso de que mi hermana es más yo, pero se está poniendo muy complicado.

Él sigue creciendo, su fisionomía evoluciona en la misma línea -dejándome fuera, ¡oh!- pero el carácter empieza a hacer acto de presencia. Y, de repente, empiezo a verme en los sitios más insospechados.
- Le encanta cantar, se inventa canciones con letra y todo, tal y como hacía yo de pequeña.
- Es súper cariñoso, da trillones de abrazos y te dice que te quiere mucho. Así era yo también.
- Se mira en cualquier superficie que refleje y puede tirarse buen rato mirándose, poniendo caras, haciendo el mono. Como mamá.
- Nos encanta bailar y lo hacemos siempre que podemos.
- Es un payaso, le encanta hacer el ganso. Y yo me muero de risa.
- Es terco como una mula. Pero si a alguien no va a ganar a cabezonería va a ser a su madre.


Parece que los genes, al final, también me han tenido en cuenta. Y me quedo mucho más tranquila, me parecía una injusticia. ¡Qué menos que un 50%! Y un desequilibrio siempre a favor de mamá. O del más guapo de los progenitores, que también soy yo…

23 enero 2014

WhatsApp.


  • Te acerca a tu gente; mucho más a los que están lejos y ves menos de lo que te gustaría.
  • Te incomunica con los que tienes justo al lado, cuando estás pegado a la pantalla de tu teléfono chateando sin parar.
  • Te agobia cuando no para de sonar y ves 187 mensajes sin leer.
  • Te preocupas si está en silencio mucho tiempo.
  • Tiene memoria. Mucha más que tú.
  • Te dan los buenos días. Y las buenas noches.
  • Te acompaña cuando estás aburrido, siempre habrá un amigo que necesita pasar el rato tanto como tú.
  • Te rayas con en línea, leído, escribiendo, última conexión.
  • Te enseñas. Eliges cuidadosamente la foto que quieres que vean, el estado que quieres que lean. Un escaparate para tus contactos.
  • Te ríes con tus colegas de chorradas.
  • Espías.
  • Haces terapia de grupo.
  • Te dice si alguien sabe escribir o tiene un analfabetismo galopante. Y pasas muchísima vergüenza.
  • Te confiesas.
  • Te arrepientes.
  • Ves crecer a los hijos de tus amigos. Y dar sus primeros pasos casi en tiempo real. Y tienes más fotos de ellos en tu móvil que de tu propio hijo.
  • Tiene más validez legal ante terceros que un burofax “¡Si te he puesto un whatsapp!
  • Relees qué te han dicho.
  • Analizas qué has respondido.
  • Te mandan besos, corazones, corazones con flecha, sevillanas, piñatas y confeti, tartas de cumpleaños, monos, una cerveza, el Grito de Munch…
  • Se adelanta a tus pensamientos escribiendo la palabra por

Tu
Te
Ti, ¡cojones!

  • Ha hecho renacer las relaciones epistolares, acompañadas de fotos ad hoc.
  • Marca las distancias con sus silencios. Y puede colocarte muy lejos…
  • Te llena el teléfono de miles de mierdas: chistes, vídeos, cadenas amenazantes (¡¿cómo hemos dejado que lleguen aquí también?!), avisos de lotes de medicamentos infantiles caducados.
  • Esconde secretos, a veces.
  • Da una nueva dimensión a la puntuación:

Ha puesto puntos suspensivos, no punto, ¿qué crees que querrá decir?
Lo ha escrito entre exclamaciones, seguro que se ha cabreado.
EN MAYÚSCULAS, no te digo más…

  • Te confundes pensando que las palabras enviadas sonaban bien. No suenan.
  • Te equivocas poniendo el tono al mensaje recibido. No tiene.
  • Te quieren, te echan de menos y te lo dicen. Y lo escribes tú también.

20 enero 2014

Errores de casting.

Si me he leído un libro y tenemos la película, la veré. Y si el libro me ha encantado, entonces lo haré seguro, sólo para averiguar cómo de lejos están de acertar con la elección de los protagonistas.


Mientras estás inmerso en la lectura, el personaje va tomando forma, definiéndose. Página tras página, vas obteniendo información y creando su retrato robot. Tu imagen mental no se ciñe al aspecto físico, conoces cómo habla, come, se mueve, se relaciona. Sabes si es deportista, fondón, atractivo, feo, educado, repulsivo, limpio. Miles de detalles que no aparecen en la foto pero resultan imprescindibles para que el protagonista sea lo que es.

Llega el momento de pasarlo al cine. Diría que es necesario que el director de casting se lea la novela para poder hacer bien su trabajo. Esto no debe ser tan evidente… Así que, aunque resulte muy difícil satisfacer a todos los lectores, algunas elecciones son claramente un despropósito.

El mundo según Garp. John Irving.
Garp, como todos los protagonistas de Irving, tiene un aspecto físico muy bien definido: es un tío bueno que hace lucha.


¡¿Cómo coño han elegido a Robin Williams?! Se habrán quedado a gusto. ¡Menudo chasco me llevé! Ganas de llorar tenía de pura decepción.

Millenium. Stieg Larsson.
Mikael Blomkvist tiene un grado de guapura variable –dependerá del lector- pero un innegable atractivo, acaba con unas cuantas conquistas bajo sus sábanas.


¿Quién es este asqueroso? Pues es un tal Michael Nyqist y, salvo el nombre y la nacionalidad, nada tiene que ver con el avezado periodista de la saga.
¡Qué repelús de tío! Da grima, pereza, tiene pinta de sucio. No me lo explico.
Menos mal que llegaron los americanos y arreglaron el entuerto con Daniel Craig. Me quedo mucho más tranquila.


Al final, pasas muchas horas en su compañía, no puede venir cualquiera y ponerle una cara sin consultármelo antes.


16 enero 2014

Intendencia familiar.

Da igual que tengas todo organizado: guardería, colegio, chica; un timetable perfectamente encajado para disponer de autonomía y llegar a tiempo a todo. Parada, colegio, oficina, reunión de padres, de trabajo, pediatra, dentista… Has logrado la cuadratura del círculo, si y sólo si la rutina permanece constante. Sin embargo, las variables desconocidas de la ecuación tienden a infinito y tu planning se va a la mierda todos los meses.


Los imprevistos con los niños suelen tomar forma de gastroenteritis, bronquiolitis, virus desconocido que da fiebre durante una semana, otitis, anginas, gripe... El corolario es que la chica –ahora se llama cuidadora- será la primera en contagiarse de todo. Si pensaste que de ésta te librabas porque se ha hecho cargo de la criatura cuando estaba enferma, estarás vendida la semana siguiente porque ella enfermará.

Si el niño va a la guardería o al cole, no podrá. Si por ti fuera, Dalsy y a aprender. Asunto solucionado. Pero no te dejarán. Como te vean entrar con la criatura a medio gas, te van a cerrar la puerta en las narices y encima serás una asquerosa que no piensa en los demás chiquillos y el riesgo de contagio.

Seguramente, éste será el momento propicio para que surjan todos aquellos temas inesperados y poco habituales relacionados con tu propia rutina. Reuniones de trabajo que se prolongan, algún inoportuno viaje, dolorosas caries, esa cita con el dermatólogo que llevas esperando 6 meses.

Así que tenemos, por un lado a un niño enfermo y por el otro... ¡Por el otro no tenemos nada! A ver cómo coño resolvemos la ecuación:
Niño Pocho– Colegio+ Trabajo+ Casa+ Pediatra+ Preocupación = X


Y X son los abuelos por la mañana, los tíos alguna tarde, un cuñado un par de horas, un primo yendo a la parada, una amiga haciéndote un recado. X son todas aquellas almas caritativas que te echan un cable de proporciones gigantescas.

¿Cómo podríamos tener descendencia sin colaboración familiar? Yo no consigo verlo.


Gracias a mi familia por ayudarme a tener mi propia familia.

13 enero 2014

Diálogo inexistente sobre la decepción.

- ¿Enfadado?
- No.
- ¿Disgustado?
- Sí.
- ¿Perdonas?
- Claro.
- ¿Olvidas?
- Es probable que deje de pensar en ello, pero lo recordaré.
- ¿Estás dolido?
- Ahora ya no.
- ¿Será como antes?
- Seguro que no.
- ¿Te he traicionado?
- No, me has defraudado.
- ¿Cómo?
- Has puesto precio a algo que no estaba en venta.
- ¿El qué?
- A mí.
- No te he vendido.
- No, pero ahora conozco mi precio.
- ¿No es eso rencor?
- No, esta sensación no me consume así que debe ser otra cosa.
- ¿Y qué es entonces?
- Distancia. Apenas te percibo en el horizonte.
- Entonces, sigues enfadado.
- No lo entiendes. Ya no me importas lo suficiente.



09 enero 2014

Saber perder.

Hay que enseñar a los niños a jugar, transmitirles que las cosas no siempre salen como uno quiere. Tienen que aprender a gestionar la frustración, a disfrutar del juego, saber que el esfuerzo también es gratificante.


Puesta en práctica de toda esa morralla edificante sobre la derrota una tarde jugando al Tragabolas con el niño con peor perder del universo:
- Hay que saber ganar y perder.
- A los demás también nos gusta ganar.
- Antes has ganado tú, no puedes ganar siempre.
- No pasa nada, seguro que la próxima vez ganas tú.
- Mike el Caballero no se enfada cuando pierde.
- Para aprender a jugar bien, hay que perder primero.
- Los auténticos campeones no siempre ganan, como Rayo Macqueen que no ganó la carrera pero fue un campeón, ¿te acuerdas?
- Como te vuelvas a enfadar, regalo el juego a las vecinas.
- Para ser un auténtico campeón, hay que aprender a perder y a ganar.
- Los ganadores no son siempre los campeones, como Chick Hicks, que ganó la carrera pero no era un auténtico campeón.
- Jugando también te lo pasas bien, aunque pierdas. ¿No te estás divirtiendo?
- Si te sigues enfadando, guardamos el juego.
- No se hacen trampas.
- Antes he perdido yo y no me he enfadado.
- Pues jugamos los demás. ¡Qué bien nos lo estamos pasando! ¿Seguro que no quieres venir a jugar con nosotros?
- Llegar a la meta también es importante, El Rey era un campeón porque terminó la carrera aunque no ganó.
- No se llora, si nos lo estamos pasando súper bien…
- Pues ahora voy a enfadarme yo porque has ganado tú. ¿A que no te gusta? Pues a mí tampoco me gusta que tú te enfades cuando pierdes.
- No vale que sólo sea divertido si ganas tú.
- ¡Como sigas así, no se vuelve a jugar!

Mi intención era buena. El resultado, esta sarta de mensajes contradictorios, pasando de la lección vital al vil chantaje emocional. Y encima terminé pasando bolas a su montaña para que no se cabreara.
Porque lo importante no es ser coherente, es parecerlo.

06 enero 2014

Up o la vida es cruel y debes saberlo antes de cumplir los cuatro.

Mi fe ciega en Pixar llegó a su fin. Ha sido un bonito romance pero no había otra salida. Lo nuestro tenía que acabar antes de hacernos más daño.

Como en todas las historias de amor, el final no tiene por qué hacer justicia a la relación.
Me dejé llevar por el impulso de Cars. Sabía que se trataba de una sola cita, no podía sacar conclusiones, era pronto… Entonces, Cars 2 volvió a dar en el clavo, ya estaba vendida. Sólo pensaba en las horas de paz que me daba, en cómo conseguía dar la vuelta a un mal día. Era amor, lo sabía. Luego llegó Planes con todo su merchandising y supe que lo nuestro sería para siempre. Turbo fue la culminación, nuestro primer cine y sin levantarse del asiento. Todo era perfecto. Confiaba tanto… Ni se me ocurrió pensar que esto no era para mí, sólo pensé en disfrutar.

¡Menudo disgusto tengo! Sé que pasará pero me costará volver a creer. ¿Algún día le pondré una película sin haberla visto antes?


Puede parecer una tontería de madre estrecha pero aquí dejo algunos temas que aborda Up. Realidades como puños directos a la boca del estómago.

La película trata la infertilidad muy de cerca. Por las ilusiones de la pareja (cuarto de bebé con cigüeña y tal) diría que tenemos también aborto.

Momento mazazo ginecológico.

Obviamente, pasar por estas experiencias es muy duro así que tenemos a la Señora Dibujo Animado con depresión. ¡Toma ya!

Mujer depresiva.

Por supuesto, superan el bache y consiguen ser muy felices, es Disney. Pero ya que estamos vamos a enseñaros cómo va esto de la vida y la muerte para que papá y mamá vayan con el terreno preparado.

Queridos niños, el proceso de transición suele ser lo que los mayores llamamos enfermedad terminal. ¡Qué gran idea de los guionistas!

Mujer moribunda.

Y, claro, Señora Dibujo Animado fallece y él se queda muy triste y solo. Y hacen un precioso funeral llenos de globos, el hilo conductor de la película. ¡Manda huevos!

Funeral.

Up trata sobre la soledad, las ilusiones rotas, la viudedad, el abandono, el vacío. La vida sin filtros, dura. Como mi hijo no ha cumplido los cuatro años todavía, prefiero que piense que siempre ganan los buenos y los malos reciben su merecido o se transforman en bellísimas personas. 

02 enero 2014

Un libro. Un disco. Una peli.

Todavía me resisto a dar el paso definitivo al universo electrónico. Me gusta leer, escuchar música, ver películas pero, además, me encantan los libros y los CDs como objeto.
Me cuesta renunciar a pasar las páginas de papel, utilizar una marca para saber por dónde voy y firmarlo cuando lo termino. A rebuscar entre mis discos, escoger uno, sacarlo de su caja y escucharlo. A descubrir algún DVD en mi biblioteca que todavía no he visto o reencontrarme con alguna película que me apetece volver a ver.

Disfruto escogiéndolos, comprándolos y cuando están en mi estantería. Y me encantan como regalo. Parece fácil pero no lo es tanto, resulta imprescindible conocer a la persona, devanarte los sesos tratando de dar con lo que crees que le gustará, recorrerte más de una librería, tienda de discos, pedirlo si no lo tienen.. Y aún así, el éxito no está garantizado.

En alguna ocasión he comprado el pack completo: un libro, un disco y una película.
Aquí van tres que me han flipado y que forman parte de mis imprescindibles. Por supuesto, los regalaré si encuentro a la persona adecuada…

Crónicas Marcianas. Ray Bradbury.


Rainy Day Music. The Jayhawks


 
Hard Candy. David Slade