31 octubre 2013

Somos 2.

Mi familia: Pispi y yo
Nota: No está a escala ni de coña, ojalá tuviese ese tamaño tan manejable.

Somos dos pero estoy yo sola dirigiendo el cotarro. Es duro, complicado, cansado. Ser padres no es tarea sencilla. Ejercer en solitario, tampoco.
A veces, cuando el niño se transforma en un hijo de puta –su madre soy yo y acepto la parte del insulto que me toca- me frustro. Entonces, imagino que todo sería mucho más sencillo si formase equipo con un –genérico, amplio, difuso, sin cara y sin faltar- papá. Dos adultos contra un renacuajo desbocado me huele a victoria.

Parece ser que lo que estoy haciendo es idealizar, me lo ha dicho mi hermAna (marido y dos hijos) y la creo a pies juntillas. La realidad sería más del tipo no sólo vas a tener pollo con tu hijo poseído, además discutirás con el papá de la criatura porque cada uno tiene un enfoque ganador sobre cómo manejar la situación. Y me vino tan bien conocer esta parte de la historia, el lado oscuro de la familia estándar, the dark side del matrimonio con hijos.


Así que me he puesto manos a la obra y he encontrado las ventajas de este formato de maternidad (también aplicable a la paternidad). De momento, no entraré en los inconvenientes de hacerlo sola, estoy tratando de pensar en positivo y hacer terapia.

Mis pautas.
Marco las rutinas que mejor se adaptan a mi vida. No tengo que tener en cuenta otra agenda. Me organizo en función de mis posibilidades y mis necesidades. No hay cambio de planes que no haya decidido yo o sea culpa mía. Somos únicamente el peque y yo y hacemos lo que yo digo.

Mis reglas.
Suelo ser bastante estricta con los horarios. Me resulta más sencillo y él lo agradece. Empezamos con rituales de baño y cena a las 8:00 y para las 8:30-9:00 está acostado (que no es sinónimo de dormido). En mi casa anochece cuando lo dice mamá.

Mi autoridad.
Soy el poli bueno y el malo. Cada castigo que le impongo, es una losa con la que tengo que cumplir. No hay nadie para desautorizarme. Así que, si castigo sin Rayo Mcqueen, se va a quedar sin coche. Y va a llorar y patalear pero no se lo voy a dar. Y puedo mantenerme firme porque no hay papá boicoteándome ni haciéndome sentir como una pérfida madrastra. Y a esto, en psicología, se le denomina ejercer de figura paterna, ¡manda huevos!

Yo me lo guiso, yo me lo como.
Puede que algún día me tome una caña y se haga un poco más tarde. Sé que es pan para hoy y hambre para mañana. Esa media hora de retraso sobre el horario habitual se va a volver en mi contra. El peque estará más cansado y el momentazo está garantizado, lo de menos será el motivo. Pero ha sido mi decisión y me tengo que aguantar. No tengo cabeza de turco, sólo la mía y me la voy a dejar puesta.

Mis errores.
Si no soy consecuente, constante, firme o perseverante será mi problema. Tendré uno seguro pero ya me culpabilizaré y fustigaré si lo estimo oportuno. También puede que me dé por ser generosa y perdonarme mis fallos... ¡Qué coño! ¡Eso no va a pasar!


En fin, que lo que es complicado es ser padre en general. Solo o acompañado, este camino está lleno de trampas y difícilmente no caerás en ellas. Habrá que pertrecharse para el viaje y disfrutar del bonito paisaje.




4 comentarios:

  1. ¡Ahí te veo Lola! El dibujo también mola.

    Pilar

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  2. Y lo de "that bites you" no es metafórico...

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    1. Precisamente, en tu criatura y sus mordiscos pensé cuando leí la cita. Me hizo tanta gracia lo literal que resulta en tu caso, que me la quedé.

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