07 octubre 2013

Espejito, espejito.

Cuando te transformas en el espejo de quien no quiere mirarse, tienes un problema.

A veces, sin saber por qué, devuelves a alguien la imagen de sí mismo. Es algo que no controlas y, por tanto, no puedes evitar. No comentas, no dices, no opinas, simplemente eres tú devolviendo un reflejo. El suyo. Y así como Narciso se encantó y se enamoró, a algunas personas no les gusta lo que ven.



Supongo que no es lo que tú opinas sino lo que ellos creen que estás pensando, aunque no abras la boca y tu rictus siga impávido. Directamente, presumen que a ti, como les sucede a ellos, te disgusta su comportamiento.
Puede que no te parezca bonito pero te dé exactamente igual el tema. Cabe la posibilidad de que, si se tratase el asunto y te preguntaran tu opinión y esa persona te importase lo suficiente, dirías lo que piensas. El caso es que tú estás al margen y ellos se han juzgado y condenado a través de ti. Han modelado en tu silencio su propia opinión. Se han enfadado con ellos pero lo están contigo. Y entonces, llega la distancia y el frío.

Cuesta darse cuenta de que algo así está sucediendo. No es evidente. Le das vueltas, lo diseccionas, lo analizas y, entonces, descubres que te ha vuelto a pasar. Lo has hecho otra vez. Has reflejado. ¡Mierda!

5 comentarios:

  1. Muy lúcida, lolichi. Verdades como puños puñeteros...

    ResponderEliminar
  2. La verdad es que mi churri mola un monton, si.

    ResponderEliminar
  3. Acabas de definir algo que llevo viviendo toda la vida y no sabia que se llamaba espejito,cuantas veces no he entendido que pasaba y era eso.....gracias por tu agudeza mental me iré aclarando mas rápido y mejor con como son algunas personas

    ResponderEliminar
  4. ¡Pues ya lo tenemos, Vieille! La verdad es que habría estado bien saberlo años atrás, nos hubiésemos ahorrado bastantes horas de comedura de tarro.

    ResponderEliminar