25 julio 2013

Humor Ultra Black.

En casa siempre nos ha gustado el humor negro –el extremadamente chorra y absurdo, también- pero, en este periodo de goteo constante de sustos y desgracias, nos hemos vuelto las auténticas reinas del ultra black.



Una mirada ajena podría pensar que somos insensibles o directamente gilipollas, como si no nos estuviésemos dando cuenta de la seriedad de lo que acontece. Resulta que es justo al revés. Reírte de lo que está prohibido, de lo que no tiene ni puta gracia, de lo que es tan triste que sólo puedes llorar, de lo amargo, de lo oscuro, es terapéutico. Descojonarte cuando la única alternativa es el llanto infinito no es una mala opción.

Tenemos comprobado que el humor mega ultra súper negro tiene sus ventajas. Puedes hablar de tus miedos más fácilmente. No hace falta una gran conversación, sueltas una buena burrada y ya está dicho. Los demás, veremos la apuesta y trataremos de subirla. Así hasta que alguien haga un órdago, la coña insuperable, el comentario macabro supremo. El tema ha sido tratado pero la sensación que queda es más de alivio que de pena. En cualquier caso, echarse unas buenas risas a costa de un tema escabroso no deja de ser algo similar a pasar un buen rato. Y si encima terminas con agujetas en la tripa, es la leche.

Sirve también para que te vayas familiarizando con el drama en cuestión. Es importante decirlo, pronunciar la palabra cáncer. A base de ir haciendo pequeñas coñas, te vas acostumbrando a escucharlo, lo vas interiorizando. Comienza a estar presente pero su simple mención no te desequilibra.

Y tu entorno se habitúa a oírlo y, sobre todo, aprende a darle el enfoque que te viene bien, el que necesitas. Si hablas con naturalidad y te ríes de algunas cosas, sabrán cómo tratar el tema. Y es positivo para todos. Ya sabemos que es un drama, ahora, seguiremos adelante. Yo he chantajeado vilmente a mis amigas para que me detallen algunos secretillos:
- Joder tía, cuéntamelo que tengo cáncer.
- Eres puta.
- Lo sé, pero ya estás largando.
- ...
- Como no lo sueltes, me quito la peluca.
- Venga, vale. Pero eres una cabrona.
Y no hemos dramatizado. Nos hemos reído. Le hemos quitado hierro.


Así que, nada de ofenderse con el humor negro. Puede no hacerte gracia pero es sólo una broma. Cada uno afronta sus temores como puede y a nosotros el humor negro nos ha venido muy bien. Una buena salida a nuestros temores.


La anécdota de humor negro

Lo inoportuno de una situación no te salva de una carcajada. Aunque no quieras, saldrá sola. Y precisamente porque luchas contra ella, tiene una fuerza que la hace incontrolable. Y ahí está, dejándote en mal lugar, esa risotada imprevisible y descolocada.
En el funeral de mi tío, entre réquiem y marcha fúnebre, sonaron unos cuantos compases de “Hacia Belén va una burra, rin, rin...”. Desconcierto generalizado, miradas cómplices de sorpresa y, claro, la inevitable risa entre las lágrimas. Por lo menos no fue “Borriquito como tú, tururú...”.
En su entierro, el ataúd no entraba en la fosa. Más de un cuarto de hora para conseguir meterlo. El número de colaboradores fue creciendo a medida que pasaba el tiempo. Al final, se consiguió, pero seguro que ninguno de los asistentes se imaginaba manos a la obra, colaborando en semejante tarea.

Y dejó su impronta hasta el final.



1 comentario:

  1. Puf, lo que me he reído yo contigo perraca. Si esa verja de Ravel hablara...

    ResponderEliminar