08 julio 2013

El pollo que me ahorro.

Los días complicados, en los que la criatura está insoportable, llorona, desobediente, con pataleta por minuto, protestando con cada cambio de actividad (no quiero baño, no quiero salir del agua, no quiero cenar, quiero espaguetis, no como yogur, no pienso lavarme los dientes, a la cama no…) es cuando veo el vaso medio lleno -lleno entero-. Es en esos momentos, o más concretamente en los inmediatamente posteriores, cuando no contar con el otro progenitor tiene alguna ventaja.


Por supuesto que lidiar con esto sola es una mierda, pero compartirlo es un asco igualmente. Porque hacerlo entre dos no simplifica la tarea. Todo el mundo termina de mala hostia. El niño puede con mamá, con papá, con abuelos, primos, tíos y, llegado el caso, con un equipo de rugby al completo. Así que, mientras más gente esté implicada en el tedioso proceso, más mal humor habrá en el ambiente.
Porque no aguantas más, tienes los pelos de punta, la tensión acumulada en los últimos momentos de la jornada es tal que podrías hacer de lámpara de araña en el techo de tu salón… Y si lo haces sola, puede que consigas mantener el tipo hasta acostar al diablo. Entonces, ahí se acaba todo. Conseguido. Fin del momento maternidad hasta mañana.

Si tienes pareja, la cosa cambia… Empieza otra batalla. El cansancio, los nervios, la mala leche están pidiendo a gritos una vía de escape. Y eso es lo que va a haber: gritos, chillidos, voces y rugidos de todos los colores. Un buen pollo de pareja, vamos. Y ésta es la parte que me ahorro.

Soy consciente de que estoy de un humor de perros, no me aguanto ni yo, me caigo mal, estoy insoportable. Pero no puedo hacer nada. Me tengo que tranquilizar, respirar hondo y esperar a que amaine mi tormenta interior. Y al final, se termina pasando (tampoco es que tenga trillones de alternativas…).

Si hubiese alguien a mi lado sé que cobraría. Tengo la absoluta certeza de que tendría una bronca monumental. Encontraría el motivo, cualquiera, e iría a por todas. ¡Que corra la sangre! Alguien tiene que pagar el pato… También estoy segura de que sucedería en la otra dirección, él está hasta las narices y necesita igualmente descargar. Y, obviamente, yo sería su mejor opción. La enganchada está garantizada y el final no es en absoluto halagüeño… Así es como un momento malo como padre termina con una noche con pollo marital. Y esta es la parte que me ahorro.


Tengo una última idea, una alternativa que no he llevado a cabo todavía pero que, cada vez, se torna más probable. La solución cuando la mala leche se apodere de mí. Cualquier día de éstos cruzo el rellano y le toco el timbre a mi vecino “Hola, buenas noches, ¿te importa si te echo una buena bronca? Verás, es que he tenido un día infernal y necesito pagarlo con alguien y como vivo sola, pues no sé con quién. ¿Te molesta mucho si te monto el pollo que necesito?”.



6 comentarios:

  1. Y si no puedes llamar a movistar ,yastel ,ono o cualquier otra compañia y esta vez le das tu la chapa con una buena bronca que ademas se lo merecen por plastas.

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  2. Tras abordarte el otro día cual fan hoy te felicito por aqui ... Q crack Lola, me tienes enganchada!! Tus posts desde luego tienen muy poco q envidiar a los comics de Margaux Motin... :)
    T.

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    1. Ya se me está subiendo el fenómeno fan a la cabeza... ¡Ah, no! Que has sido la única. Menuda ilusión, muchísimas gracias Teresa.

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  3. Todita la razón tienes. Como no puedes divorciarte del chavalín, empiezas a redactar los papeles con tu pareja...

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  4. Tienes muchos fans en al sombra que lo sepas, pero no nos atrevemos a escribir. Semos cientos, tal vez miles. Beso.

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