27 junio 2013

El combate.


“A la izquierda del ring y con guantes rojos tenemos al Gordito. Tres años. 17 kilos. Una bestia parda. Burro como sólo un niño puede ser. Terco como su madre. Su cabeza es dura como una roca. El dolor no causa mella en él. Sus recursos son ilimitados. Y cuenta con un departamento de I+D+I de lo más puntero.
 
 

Al otro lado del ring y con guantes azules está Mamá. 33 años. 51 kilos. Físicamente muy inferior a su oponente, cuenta con un tesón y una cabezonería formidables a los que suma, además, unas cualidades recién descubiertas: paciencia ilimitada, ansias de victoria, nervios de acero, templanza, serenidad*...


* Estas virtudes serán de aplicación exclusiva en la faceta maternal. Para el resto de gente, soy igual que siempre.
  
El combate será muy reñido. ¡Hagan sus apuestas, señores!”

Todo comienza con un gancho de pataleta sorpresa en la boca del estómago.
Con los reflejos siempre alerta, devuelvo instintivamente y sin inmutarme un directo de “¡Cuento hasta tres! Como te sigas portando mal, te quedas sin Rayo Mcqueen. Uno… Dos… Y… ¡Tres! ¡Te has quedado sin coche!”.
El Gordito es duro. Mi golpe consigue desequilibrarlo pero coge impulso y me suelta un “Me quedo tirado en el suelo llorando y no me pienso mover ni un milímetro.” que me nubla la visión.
Trato de recuperar el aliento y le propino otro “¡Cuento hasta tres!”. Embalada, empiezo con la criba de juguetes hasta agotar las existencias de coches. Este golpe ha sido certero y noto cómo se desestabiliza.
Entonces, contraataca con un “Ahora sí que no me pienso mover.” y te acorrala contra las cuerdas. Tú única salida es tirar de él, tratar de levantarlo, arrastrarlo un poco... Pero el Gordito sabe lo demagógica que resulta su estrategia; se ha metido al público en el bolsillo y ahora está en tu contra.
La cosa no pinta nada bien para ti. Sacas fuerzas y asestas un último “Pues ahí te quedas. Me voy yo sola.” y caminas. 5 metros, 7, 10, 11… Miras de soslayo. Quedan sólo unos pocos pasos hasta alcanzar la esquina. Ralentizas. Ésta es tu última oportunidad…
Y, entonces, intuyes algo parecido a un movimiento, un gesto casi imperceptible. Pero lo ha hecho. Berreando, se ha puesto en pie. ¡El combate es tuyo!

Ahora sólo queda llegar a casa y cumplir todos tus castigos. Esto huele a segundo round…

Todos los días hay pelea. Cada batalla es la guerra en sí misma; si pierdes una, es la derrota total. No hay tablas. No existe el empate. Es él o tú.
Y mi objetivo es el triunfo. Aplastante. Total. KO. El cinturón de campeón.

  
¡Hasta la victoria siempre!

6 comentarios:

  1. Pole!
    Muy bueno el post Lolichi. La verdad es que es una lucha en toda regla y el mayor problema que le veo es que nunca tienes tiempo para recuperarte entre combate y combate. Solo de pensarlo ya cansa. Bravo!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Desconozco el origen de tanto aguante, ¿un buen desayuno? Y sí, tú estás agotada, pero tu oponente tampoco se ha recuperado del todo... La cosa estará reñida.

      Eliminar
  2. Muy bueno, yo algo debo hacer mal porque el "pues me voy, me marcho" no me funciona...será que tengo que andar más metros? será que tengo que llegar a una esquina para que me pierda de vista? Probare y ya te contare. J.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Queridísima J., has tenido muy mala suerte. A mi hermAna tampoco le funciona el abandono; a él no le importa nada que ella se pire, perderla de vista, pasarse unos minutos en soledad.
      Creo que algunos niños son muy cabrones y saben que tú lo estás pasando de pena, que no los vas a dejar ahí solos ni de coña y que estás de vuelta enseguida. Si esperan lo suficiente, la victoria es suya.

      Eliminar
  3. Bueníííííísimo!!! Tengo la sonrisa en la cara de lo bien que lo clavas!

    Gracias a lo que cuentas, me siento más acompañada en el combate diario con los Cassius Clays, Rocky Balboas y Mike Tysons de andar por casa que tengo en mi domicilio!

    Buen jueves!

    Pilar

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Tres fieras! Pilar, no me quiero ni imaginar lo que tiene que ser tu hogar en las horas peleonas... Buscaré el cinturón de campeón más grande para ti.

      Eliminar