De vuelta a casa.
Él todo ensimismado, corriendo con su sillita de juguete -sí, las de muñecas pero en roja- y gritando y parándose cada tres metros porque se le había pinchado una rueda como a Rayo Mcqueen (es muy chicote, le podría vestir de princesa fucsia tranquilamente).
Yo intentando pastorear a la criatura para alcanzar nuestro objetivo antes de medianoche.
Vamos, él a su bola y yo a la mía.
Y de repente se frena debajo de una parada de autobús:
- ¡Mamá, es Mamá!
- Sí gordito, estoy aquí. Venga, a ver si llegamos a casa hoy.
- ¡No Mamá! ¡Es Mamá! Seguía gritando señalando la marquesina.
- Que sí, gordo, que estoy aquí, venga, vamos.
- ¡Es Mamá, es Lola!
Cuando dice mi nombre es cuando finalmente caigo. Ya me entero de la jugada... Me asomo a ver quién soy a ojos de mi hijo y mi niño había decidido que era esta tía:
¡De puta madre! Eso es amor de hijo y lo demás son tonterías. Por mí como si no me vuelve a hacer un dibujo el resto de su infancia.
Ha visto la foto Miguel y le he preguntado esta quien es?y me ha contestado la abuela Ana cuando era pequeña , seguro que no es Lola no la abuela Ana , me acabo de derretir
ResponderEliminareso bien se merece freir las croquetas a fuego lento!
ResponderEliminarAlele, pensaba que a fuego lento se deshacía el rebozado de las croquetas y quedaba una pasta aceitosa.
ResponderEliminarLe daré chocolate que no me genera confusión.
Pispi te vé así...guapa y elegante, como siempre Lola!
ResponderEliminarTe sigo desde el principio pero el enano y la obra no me dejan ni un momento para comentar cosillas, pero me encanta tu blog!
Un besazo. Martuja.
Menudo piropazo!
ResponderEliminarLa Chastain es mucha Chastain ( ésta es la pelirroja, jaja).
Fan de tu hijo...( Me lo gano y que empiece a buscarme parecidos por las marquesinas...).
Ane.